AYE-AYE
(Fragmento)
Dos kilos columpiados
entre ardilla y murciélago,
perfecto el oído
dentro de aguzadas orejas
y un largo dedo con el cual escarbar
en el tronco viejo.
El aye-aye halla entre ayes antiguos
que para el hombre es horrendo
y que en su peludo lomo
lleva la mala suerte.
El aye-aye saca de su bolsillo
un grande y pulido espejo,
lo enfrenta al espectador asombrado
y le interroga –de los dos
¿cuál dirías que es el más feo?
Gorila
(Fragmento)
A un gorila no le importa lo más mínimo que todos los animales tengan canciones tiernas menos, porque para sus niños con sus puños hace tam-tam-tam-tom en su amplio pecho, y si le ves hosco y gritón, sólo pide que le dejen en paz con su familia entre los verdes tallos en los claros de la selva.
A quienes tiene en confianza les cuenta de su pasado y pone en jarras sus brazos para engañar de su mal carácter a los visitantes no invitados al festín en aquel verdor y de sus juegos bajo el sol.
A un gorila no le importa si hay gorilas blancos o amarillos, cafés o negros… altos, bajos, gordos o flacos, para él son hermanos nacidos en la misma selva, nutridos con el aire puro, refrescados en el mismo prado.
Los gorilas no tienen de más ni desean lo ajeno, en la selva son iguales y todos cuidan de ella.
QUETZAL
Es ráfaga mística de jade perfilada en el disco solar; presencia del este y del color rojo; puente alado entre el cielo nuestro y el cielo de Ellos. Estructura grácil del espíritu inasible, rebullón vivificante entre las luces y sombras habidas en el cosmos de los cuatrocientos verdes vegetales.
La reminiscencia del mensajero electo le signa el pecho y a su pico la escoria dorada.
Imagen visible de la perfección cuyas plumas enhiestas adornaran la cima del poder terreno ¿dónde mejor lucimiento que en tu gracia selvática, en ese enjambre de belleza legendaria?
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