Los bosques constituyen un tercio de la superficie terrestre del planeta, y absorben la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) que emite el planeta; sin embargo, ante los efectos del cambio climático y una cada vez más marcada escasez de agua, se han observado mayores eventos de mortalidad forestal.
“Este tipo de fenómenos se han observado recientemente en prácticamente todos los grandes biomas forestales de la tierra”, explicó Jordi Martínez Vilalta, doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona, España.
Martínez Vilalta ha analizado este tipo de fenómenos por un periodo de 10 años en España y otras partes del mundo y, aunque es un lapso corto para comprender el estilo de vida de los árboles, ha logrado apreciar algunos indicios sobre las dinámicas y respuestas de los bosques ante la sequía. Por ejemplo:
En el mundo se ha visto un aumento de árboles pertenecientes a la familia de las fagáceas que incluye a robles, encinos y castaños, salvo en el este de Estados Unidos, en comparación con árboles de la familia Pinaceae, donde están los pinos, abetos y cedros. “Las fagáceas podrían tener una ventaja frente a las Pinaceae”, dijo el especialista.
Al estudiar los pinos y los encinos en México se han observado dinámicas parecidas con relación a la temperatura que han arrojado el mismo patrón que a nivel mundial —dijo el ecólogo—: los árboles de la familia Pinaceae se reducen mientras las fagáceas se expanden.
Sin embargo, no hay que dejar de lado que las acciones de la especie humana son las que principalmente intervienen en las dinámicas forestales, además del clima. Los bosques son muy susceptibles al cambio de temperatura; por ejemplo, en 2005 se produjo una sequía intensa y ese año el balance de carbono (la medida de absorción o emisión de carbono de los árboles) fue negativo. En otras palabras, zonas que antes eran consideradas pulmones de la Tierra, como la del Amazonas, pasaron a ser fuentes directas de emisión de carbono.
En las últimas décadas se ha observado que muchos de los bosques en lugar de retirar el CO2 (bióxido de carbono) pasan a ser fuentes. “Esta es la gran preocupación: en lugar de mitigar el cambio climático estamos aumentando su magnitud”, dijo el investigador de la Universidad de Barcelona.
En el año 2010 ocurrió otra más intensa y cinco años después una más de igual magnitud, es decir, este tipo de eventos se hacen más frecuentes cada lustro. Ante este panorama, el investigador analizó la distribución de los bosques limitadas por dos variables: temperatura y precipitación y observó que es como si el cambio climático desplazara el espacio de los bosques, por tanto, la zona que tenía un clima adecuado para alojar una selva tropical es posible que albergue algún otro tipo de ecosistema.
Martínez Vilalta, explicó que un árbol absorbe 500 litros de agua en un día, entonces un bosque es como un río; no obstante, en un mundo cada vez más caliente, la evaporación hace que los árboles succionen más agua del suelo pero, al no haber agua, los árboles padecen algo parecido a los humanos cuando sufren una embolia.
Hasta ahora, el científico y su grupo de investigación no saben hasta qué punto se puede predecir ni cuáles son las especies más vulnerables a estos eventos de mortalidad, dijo Vilalta durante el seminario “Fronteras en ecología, evolución y sostenibilidad” del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución que integra la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
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