Desde su nacimiento, Twitter se ha constituido como una red social radicalmente diferente a Facebook que no pretende vincular a los usuarios en un mismo círculo social, sino ampliarlo con alcance global para crear interacciones bidireccionales directas, por lo que se ha establecido como una plataforma ideal en los espacios de participación y opinión política, asegura el doctor Nicolás Freire Castello, académico de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central de Chile, quien argumenta sobre la existencia de un territorio digital en el que no sólo es posible desplegar la acción política, sino recoger y analizar, por medio de técnicas big data, elementos deliberativos propios de la discusión, que podrían servir como insumos para acciones y decisiones públicas.
Al realizar una plática en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Iztapalapa, al oriente de la Ciudad de México (CDMX), dijo que se identifican seis características específicas: el espíritu de publicidad, el potencial interactivo de la bidireccionalidad; la masividad de la conversación pública; el sesgo positivo; la presencia de capitales simbólicos, y el poder de colonización, cuya presencia acumulativa conformaría el ámbito político digital y sólo Twitter posee tales cualidades.
Con la llegada del siglo XXI, la sociedad de la Red sufriría transformaciones a partir del desarrollo de fronteras nuevas y para 2004 nacería Facebook, cuyo perfeccionamiento y masificación evidenciaron el gran cambio de paradigma que vinculaba las dinámicas de la comunicación; en 2006 Twitter confirmó las características de publicidad y bidireccionalidad que orientan las relaciones sociales y políticas en el plano digital.
Entonces fue cuando las redes sociales permitieron a individuos y organizaciones participar con fines colaborativos y conectarse e interactuar para construir comunidad, asegura el también director del Observatorio Política y Redes Sociales en el artículo “Por qué es twitter el territorio político digital”.
La incorporación del big data como técnica de análisis extendió las fronteras comprensivas de lo político-electrónico, más allá de los análisis electorales, elevando la Red a un espacio en el que la utilidad de la información y la comunicación que ahí se materializa resulta aplicable a una amplia gama de intereses sectoriales y disciplinarios, desde las políticas públicas, hasta los más clásicos estudios, incluidos los gubernamentales.
Freire Castello explica que mientras Facebook se orientaba a la reconstrucción o reproducción de comunidades reales existentes, Twitter se constituye como un experimento de microblogging, orientado a la difusión entre usuarios no necesariamente pertenecientes a la misma comunidad.
En Twitter el número de miembros de una comunidad o red personal no se encuentra limitado, a diferencia de Facebook, que limita a cinco mil la cantidad máxima de amigos.
En efecto a diferencia de lo que ocurre en Facebook, para integrarse a la comunidad de un determinado actor no es necesario enviar una solicitud, sino que basta tan sólo con seleccionar la opción seguir al usuario en cuestión para integrarse a la comunidad de éste.
Por ende, la bidireccionalidad en Twitter conlleva el potencial de viralización del mensaje, que a su vez aumenta el potencial bidireccional del mismo, es decir cuando un usuario emite un mensaje, éste podrá ser visto por cualquier usuario de la Red, independientemente de si éstos forman parte de su comunidad.
Una vez realizada la interacción llámese comentario, retweet o me-gusta, el mensaje no perderá su autoría original, sino que seguirá señalando el nombre del usuario original y manteniendo el potencial bidireccional del mensaje inicial, pero al mismo tiempo agregándole el mismo potencial de comunicación bidireccional, a los otros usuarios que viralizaron el original.
Además cuando un usuario emite una información, puede etiquetar en el texto mediante un @ a cualquier usuario presente en la red, esto le permitirá establecer una conversación con posibilidad, estableciendo una comunicación directa y pública con cualquier usuario, sin que para ello deba existir un vínculo comunitario.
El big data demuestra que la producción de información que ahí se genera alcanza un volumen tan alto como aquellas que ocupan los primeros lugares, caracterizando a los usuarios de Twitter como personas con a un nivel socioeconómico alto o medio alto, con un mayor número de años de educación, en edades de adulto y adulto-joven, con participación predominantemente masculina y provenientes sobre todo de sectores urbanos.
Por ello Twitter no sólo puede entenderse como una herramienta para el despliegue de la acción política, sino que también reúne características que otras redes sociales no y que le permiten constituir un espacio ad hoc, político y digital, concluyó.
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