El papel de las redes sociales es vital ante la pandemia del coronavirus (COVID-19), porque permite “enlazarnos y estar informados de lo que pasa, además de cuidarnos y generar empatía y responsabilidad cívica”, pero también son espacios de difusión de mentiras y rumores que crean alarma pública y todo tipo de sistemas de vigilancia distópicos y autoritarios para el control de poblaciones, alertó la doctora Guiomar Rovira Sancho, académica de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de la Ciudad de México (CDMX).
En China y Corea del Sur las plataformas digitales han sido empleadas para regular la epidemia y obtener datos biométricos de los enfermos para contener la dispersión, lo cual “me parece algo inaudito que abre un muy fuerte potencial de manejo de una enfermedad, pero que está siendo usado como una forma de vigilancia sin la intervención ciudadana o de las políticas democráticas”, lo que conduciría a regímenes totalitarios.
“Tenemos las dos caras de la moneda como nunca en acción: la potencia de las redes para cuidar a los pueblos, por un lado, y para utilizar toda esa cantidad de datos como instrumento de dominio y renuncia a la privacidad personal”, por otro, puntualizó la investigadora del Departamento de Educación y Comunicación
La manipulación a gran escala en esos sitios electrónicos se abre más a partir de las búsquedas, el reconocimiento de emociones y los gustos, al grado de que son enviados fake news y reportajes adecuados a la personalidad y la psicología de los usuarios, convirtiéndose en un factor de guerra propagandística individualizada que alcanzaría niveles de tragedia autoritaria y de incapacidad para actuar en libertad.
En este panorama –que involucra el miedo y la angustia– hay que estar conscientes de que la gente está sujeta a todo tipo de creencias y desinformación, por ejemplo, la organización de saqueos en algunas zonas de México desde Facebook o Twitter podría tratarse de una estrategia deliberada de desestabilización social con intereses espurios para socavar la confianza en las autoridades, generar incertidumbre y promover la idea de que el país está sumido en el caos, cuando esa no es la realidad.
Rovira Sancho confío en que el sistema inmune de Facebook o Twitter y la capacidad de la gente, tanto de buscar fuentes confiables de noticias como de cuidar su espacio y ciudad lograrán contener “iniciativas que no buscan el beneficio de la ciudadanía”, pero es imprescindible hacer un esfuerzo por dejar el analfabetismo digital y verificar los contenidos que circulan para evitar la difusión de rumores que en el fondo perturban.
Además debe tomarse el tiempo –antes de compartir algo– para comprobarlo y ver si lo están difundiendo otros medios o si “la primera reacción es muy emocional y produce sorpresa, rechazo o confirma nuestras propias convicciones”.
Otras medidas indispensables son contrastar los datos oficiales con otras fuentes; leer la noticia completa, no sólo los titulares, y pensar bien si merece compartirse o es mejor documentarse al respecto, porque “podemos propiciar procesos de angustia pública y hasta de peligro”.
Debe tenerse cuidado con el supuesto periodismo de datos que se genera desde cualquier plataforma o usuario porque con frecuencia posee “un aura de ser incuestionable, al presentar infografías y caer en manipulaciones premeditadas en contra o en favor de alguien”.
Las redes sociales deben ser útiles y no adictivas para no provocar angustia ni más inquietud, por lo que “es importante no estar continuamente conectados, sino restringirnos a determinados horarios y ser conscientes de que estos medios dejan una huella digital tremenda, por lo que hay que evitar que nos capturen en algoritmos de emocionalidad”.
Además sirven para ser solidarios; estar en contacto con familiares y amigos; apreciar “cómo la humanidad está reconociendo su vulnerabilidad; sentir empatía por la gente que está al otro lado del planeta; recordar que todos nos encontramos en un mundo compartido, y cultivar la diversidad”.
Finalmente, los memes “ayudan a generar comunidad, al permitirnos compartir imágenes que invitan a repensar nuestras vidas; aprovechar momentos para situarnos en un mundo menos productivo, y pensar que todos merecen tener un mínimo para vivir, comer y contar con un sistema de salud pública”.
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