Un laboratorio natural para las ciencias y, a la vez, un motivo de primer orden para la difusión del patrimonio natural y cultural, representa el gran acuífero maya para la arqueóloga Ana Katalina Celis, una vasta red de pasajes subterráneos inundados que abastecen desde hace milenios a los ecosistemas y los pobladores de la península de Yucatán.
La especialista, responsable de Investigación en el Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), expuso cómo desde esta iniciativa se labora con jóvenes universitarios para que, a través de ellos, se difunda en círculos profesionales, estudiantiles y en las propias comunidades mayas, la conciencia de lo que es y representa la red subterránea que integra al acuífero.
La maestra en Ciencias en Oceanografía Costera señaló que, a menudo, lo que se conoce del acuífero son los cenotes; cuerpos de agua que se forman con el paso de los milenios, los cuales son un notable polo de atracción turística en los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Sin embargo, dijo, al ir más allá de su valor turístico y económico, se descubre que los cenotes son en realidad los accesos a una red subterránea que capta rápidamente el agua pluvial, gracias al suelo kárstico de la península de Yucatán, la cual almacena para proveer, así, los más elementales recursos a los ecosistemas selváticos, de mangle o de esteros que caracterizan a estas tres entidades de México.
El hecho de que albergue importantes contextos arqueológicos y paleontológicos, los cuales son investigados por el INAH en alianza con instituciones y especialistas de diferentes partes del mundo, y sea parte fundamental en las cosmovisiones de las comunidades mayas, acrecienta su valor patrimonial.
De la mano con lo anterior, dijo, está la necesidad de que el acuífero sea conocido y preservado. En este sentido, el Proyecto GAM mantiene activas sus Brigadas Universitarias con estudiantes de centros académicos como la Universidad del Caribe, en Cancún, Quintana Roo; la Unidad Académica Yucatán de la UNAM, en Sisal, o bien el Instituto Tecnológico Superior de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
En estos equipos participan jóvenes de diversos intereses académicos: la ingeniería, el desarrollo de empresas turísticas, la biología y la sustentabilidad, quienes hermanan sus proyectos de tesis con las tareas de difusión del GAM, mediante la interacción con el grupo de expertos que integran el proyecto, entre ellos, el arqueólogo Guillermo de Anda, el biólogo Arturo Bayona y el antropólogo Julio Moure.
Voluntariamente, las Brigadas Universitarias del GAM llevan a cabo sesiones sabatinas de trabajo de campo, enfocadas, por ejemplo, en el monitoreo ambiental de las comunidades urbanas y rurales, de las cuales son originarios los estudiantes; o bien, de cuerpos de agua como los cenotes a cielo abierto que existen en estas geografías.
Asimismo, destacó Ana Celis, se brinda capacitación constante a los brigadistas, muchos de ellos hablantes mayas, para que conozcan de primera mano la vastedad del patrimonio biocultural del acuífero, mediante visitas a cuevas subterráneas y otros ecosistemas, con el fin de que la difundan entre la población de la península, desde niños en edad escolar hasta adultos.
“Si bien muchos de estos estudiantes no terminarán dedicándose a la investigación, al trabajo de campo, todos ellos son impactados por una experiencia educativa, sumamente empírica, la cual buscamos fomentar desde el Proyecto GAM. Y ellos, desde las diferentes ocupaciones que elijan, espero recuerden estas experiencias y las sumen a su actividad profesional y su desarrollo personal futuro”, concluyó la arqueóloga.
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