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Dos lecciones recientes

Regata. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28.0 centímetros.

En el fascículo “Las huelgas de Cananea y Río Blanco” (de la serie “Nuestro México”, editado por la Universidad Autónoma de México a través de la Coordinación de Extensión Universitaria), los redactores reproducen una gacetilla tomada de “El Tiempo” con fecha del jueves 30 de agosto de 1906, con título: “Paseos en el Canal de la Viga”:

“Una poderosa compañía americana, que radica en Veracruz ha pensado explotar el Canal de la Viga, que llega hasta el lago de Xochimilco, por una parte y a Chalco por la otra.

“Dicha compañía, que ya ha enviado un ingeniero competente para que examine las condiciones del fondo y demás requisitos que debe tener un canal para pequeñas embarcaciones, piensa obtener la concesión del Gobierno para instalar viajes cortos de recreo, entre esta capital y los pueblos que se levantarán a la orilla del mencionado canal.

“El tráfico se hará por medio de pequeños vapores de leña, en lanchas y botes, como los que se emplean en los paseos de mar en el Puerto de Veracruz.

“La compañía de referencia, en el caso de que obtenga la concesión, hará un contrato por determinados años.” (sic)

En la página 166, al final de su aporte, Pablo Escalante (Atlas Histórico de Mesoamérica con la coordinación de Linda Manzanilla y Leonardo López Luján, Ediciones Larousse, 1993) “La dinámica lacustre”: Antes de que la Cuenca de México fuera habitada, existía un solo gran lago que se había formado a raíz de los pliegues del terreno y el surgimiento del círculo montañoso. Pero al pasar el tiempo hubo modificaciones en el régimen pluviométrico y disminuyó el caudal de las corrientes subterráneas de los ríos. Cuando descendió el nivel de las aguas quedaron a la vista cinco lagos: Xochimilco y Chalco en el sur, Zumpango y Xaltocan en el norte, y el gran lago de Tetzcoco (tenía un fondo salitroso y sus aguas eran saladas y amargas) en el centro.

“En el lapso de lluvias intensas aumentaban las corrientes que desembocaban en los lagos. Éstos crecían y —como estaban a diferentes alturas— se vertían uno sobre otro, hasta quedar en ocasiones unidos nuevamente.”

Esa posibilidad (la de los “Paseos en el Canal de la Viga”), con alrededor de cuarenta kilómetros de recorrido —si la guía era la traza marcada por la Acequia de México, la Calzada México-Xochimilco hacia el sur y la acequia de Mexicaltzingo, enlazada a la anterior, hacia el este— marcan los puntos en los cuales la realidad social mexicana aún no cambia y muestra las modificaciones infligidas al Medio Ambiente en poco más de un siglo.

Ante la información, el ciudadano común, corriente, de “natural” escéptico y malintencionado infractor del orden social que a los demás achaca sus propias inclinaciones malsanas, afirma, con una sonrisilla amarga: “Si fuera un buen negocio hasta competencias de navegación habría en este ahora lago de asfalto. Podría oficializarse el 18 de julio para la celebrar el mítico asentamiento nahua y establecer por anual el torneo a nivel internacional. El trayecto iría desde el edificio de Ayuntamiento de la Ciudad de México y la meta en el embarcadero de Nativitas. Ahí una bella modelito disfrazada de autóctona y maquillada para simular piel broncinea, entregará una réplica del monumento a la fundación de Tenochtitlan en el año dos-caña o 1325 de nuestra contabilidad. Llenar de casas este gran espacio fue un error de estrategia. No habría asentamientos irregulares, carencia de agua ni tolvaneras. Las inundaciones serían accidentes en otras latitudes y el valor del terreno permitiría sólo mansiones y casas bonitas” .

Imagino prejuiciadamente que este personaje considera en lo profundo de su razonamiento que él sería de la casta selecta para habitar el idealizado espacio.

Acerca de Víctor Manuel López Wario

El autor no ha proporcionado ninguna información.

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