Las estadísticas y los números, por fríos, aunque expresan sin verborrea, breve y concretamente mucho de una situación real favorable o desfavorable o agradable o desagradable, como la que se vive en la actualidad, tienden a olvidarse fácilmente y generan actitudes de insensibilidad en las personas. Por ejemplo, es grave y lamentable que al 21 de diciembre haya, de acuerdo a la información oficial de la Secretaría de Salud (SSa), un millón 325 mil 915 personas infectadas por el virus del Covid-19, así como 401 mil 292 casos sospechosos y 118 mil 598 fallecidos, que en las últimas 24 horas se hayan sumado 5 mil 370 nuevos contagios y que la ocupación de camas del IMSS, ISSSTE e Insabi con ventilador sea de 39% y las generales de 46%, pero más lo es que con el paso del tiempo dejen de tener impacto social. Tan fríos son los números que las diarias conferencias vespertinas en las que el vocero anticovid, López-Gatell, el médico-científico favorito del gobierno del cambio (que se resiste a cambiar la estrategia ¿? a pesar del evidente fiasco), carecen ya de interés, pues de antemano se sabe que lo único que se darán a conocer son números negativos. Otros datos que la gente percibe (lamentablemente) como intrascendentes son que tres estados –Baja California, México y Ciudad de México- estén en semáforo rojo a partir del día de ayer, 24 en naranja, tres en amarillo y dos en verde de acuerdo al semáforo epidemiológico. Lo mismo ocurre con los millones de vacunas que se dice tiene apalabradas para su compra el gobierno, que si van a ser 198 millones de dosis en total, que si serán para 107 millones de personas o para 116 millones. Sin embargo, a pesar de la danza de números, el cambio de las cifras a la alza o a la baja es lo único que permite saber si la situación de crisis a causa de la pandemia está mejorando o empeorando, aún, aunque persiste la idea de que los números oficiales están maquillados o disminuidos a propósito para no provocar pánico colectivo y/o para ocultar errores y/o el fracaso de las acciones sanitarias. Sin embargo, por otro lado, el que la gente tenga conocimiento de esos terribles números es lo que la impulsará a mantener y arraigar entre sus costumbres el uso de cubrebocas, lavarse constantemente las manos, mantener la sana distancia, evitar lugares de alta concentración y salir a la calle únicamente en casos necesarios, lo que constituye la mejor vacuna.
ATISBOS
Los números fríos del virus
Rafael Cienfuegos Calderón
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