En los vagones del Metro es común ver a niños y adolescentes limosneros. Andan descalzos. Antes, había adultos, pero éstos casi desaparecieron. Los infantes entregan un pedazo de papel mimeografiado donde explican su situación. Dicen venir de la sierra norte de Puebla. La mayor parte de los pasajeros los ignora, pero ellos recorren todos los días los vagones, ajenos al desdén de los usuarios.
Son hoscos y rehúyen cualquier plática o comentario. Nadie sabe quién los dirige, ni dónde duermen o si comen. Tampoco se sabe si, en efecto, son poblanos y, su situación es tal como la presentan desde hace unos 10 años cuando aparecieron.
Lo que sí es cierto es que 9 por ciento de los mexicanos vive de la beneficencia, pública o privada, según los datos dados a conocer por la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares (Enigh), que reporta una caída de los ingresos de las familias mexicanas.
La encuesta revela que 56 millones de mexicanos, es decir, 50 por ciento de la población total, está en pobreza patrimonial. En los últimos dos años, entre 4 a 5 millones pasaron a engrosar esas filas.
Curiosamente, dicha encuesta, del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), que utiliza el Indice Gini (usado a nivel internacional para medir la desigualdad y que marca el 1 como concentración absoluta del ingreso y 0 como la igualdad perfecta), registra un descenso en la desigualdad en México, entre 2009 y 2010.
En ese periodo hubo una reducción del 6.8 por ciento en el ingreso corriente total trimestral de las familias en nuestro país. El 10 por ciento de las familias más pobres registró una baja promedio moderada del 7.6 por ciento y los más ricos la tuvieron en 17.86 por ciento.
Pero también revela que, aunque la caída fue más grave en el 10 por ciento de los ricos, el monto trimestral que recibieron por trasferencias fue de 14 mil 921.93 pesos, mientras que el 10 por ciento de los más pobres sólo obtuvo transferencias por 2 mil 483.69 pesos.
Esto que es matemática pura tiene una manifestación social y económica que va más allá de lo que, alguna vez, señaló el exsecretario de Hacienda (SHCP), Pedro Aspe Armella, que la pobreza en México era un “mito genial”.
Los niños que recorren los vagones del Metro son realidades tangibles, no “mitos geniales”, como tampoco el aumento en la intensidad de la pobreza en Chiapas, Guerrero, Veracruz, Puebla, Hidalgo y Tabasco.
Esos 10 millones de pobres se agregaron en la administración del Presidente Felipe Calderón y los investigadores prevén que ratifique esa cifra el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su próximo informe.
Comentarios Cerrados