Ganar o perder la elección de diputados federales
Rafael Cienfuegos Calderón
Si Morena y sus parásitos políticos ganan la mayoría de la Cámara de Diputados como resultado de las elecciones del 6 de junio, el Presidente no tendrá freno. Primero, porque aseguraría el dinero a repartir a 24 millones de personas a través de los programas sociales en los próximos tres años, el de las obras del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía que son los emblemas de la Cuarta Transformación, y los miles de millones que echará al barril sin fondo que es Pemex en un intento por evitar su quiebra financiera. Segundo, porque podría apropiarse de la Suprema Corte de Justicia con la cooptación de ministros, ir de lleno con cambios a la Ley Electoral, en el Instituto Nacional Electoral y en el Tribunal Electoral para adecuarlos a su gusto, y controlar o extinguir organismos constitucionalmente autónomos como el Banco de México, los institutos federales de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Ifai), y de Telecomunicaciones (Ifetel), y las comisiones Reguladora de Energía (Cre) y de Competencia Económica (Cofece) para hacer el cochinito. Tendría todo para cumplir sus propósitos, afianzar su proyecto de transformación y dejar al país como políticamente lo quiere, aunque la economía no se recupere, el desempleo aumente y el número de pobres sea mayor. Sin embargo, el resultado electoral de triunfo podría no serle tan útil al Presidente. ¿Por qué? Planteó José Elías Romero Apis, catedrático de la UNAM (Excélsior 09-o4-2021), que con la mayoría en la Cámara de Diputados perdería la oportunidad del discurso de queja, sería el único responsable de los males que nos aquejan, y ya no tendría disculpa ante una gestión que se antoja poco exitosa, más por las circunstancias que por su culpa. En cambio, con una derrota, podría decir que por ella no pudo concretar sus proyectos, quedaría relevado y disculpado de responsabilidad, podría utilizar un discurso de fantasías irrealizables sin compromiso de cumplimiento, podría inculpar de todos los males a la nueva mayoría congresional, podría alegar que todo iba muy bien contra la delincuencia, la pobreza, la corrupción, la injusticia, la desigualdad y del subdesarrollo, pero que la elección lo descarriló de ese camino perfecto, podría sostener que su actuación fue infalible y la del nuevo Congreso de la Unión es infumable, podría ser oposición en contra del Congreso y gobierno frente a la sociedad, y podría alegar que no perdieron la elección, sino que se la robaron, no habría queja contra él puesto que no estuvo en la boleta; algunos aspirantes perderían sus anhelados privilegios, pero el Presidente no perdería nada.
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