Líderes e investigadores internacionales están desconcertados sobre el paradero de Muammar el-Gaddafi, el Hermano Líder y Guía de la Revolución de Libia, tras los últimos enfrentamientos con los grupos opositores que buscan su caída.
Algunos creen que puede esconderse en Sirte, poblado ubicado en medio del desierto, y que fue su lugar de nacimiento o en alguna otra fortaleza, construida ex profeso, incluso, hay quien piensa que puede estar encerrado en una cueva, como lo hizo Saddam Hussein.
Lo cierto es que Gaddafi es noticia mundial desde que asumió el poder en 1969. De origen beduino, tiene estudios en Derecho; ocho hijos y una descomunal riqueza en un país que, desde los tiempos antiguos fue menospreciado por su poca riqueza natural.
Libia se ubica en el norte de Africa, frente a Italia. Un tiempo fue dominio de los italianos. Antes lo fue de romanos y de los otomanos. También de los árabes, quienes diezmaron a las tribus nómadas, como los beriberi para apoderarse de Trípoli, la región más importante de Libia.
El éxito lo alcanzó Gaddafi cuando estalló la primera guerra del crudo, en la década de los 70s del siglo pasado. Retó a las transnacionales petroleras y le impuso la política de que tenían que comprar el petróleo al precio que él les dictaba. Ahí, comenzó el Cártel del Crudo, primera organización de este tipo, acuñada por economistas para designar a la unión de compradores y vendedores de un producto.
Gaddafi enfrenta la ira de Estados Unidos. No es la primera vez que esto sucede. Antes tuvieron iguales diferendos, hasta establecer el bloque europeo y después casi general, al conocerse que preparada armas nucleares y biológicas.
En el fondo de esta lucha están los ricos yacimientos petrolíferos que circundan a todo el Africa septenttrional y la posición geopolítica de esta región del Mediterráneo, paso obligado del comercio entre Europa y el Lejano Oriente.
Gaddafi, al igual que sus vecinos, ha respondido con visiones panafricanas, unidad árabe y, desde luego, con la religión del islam, mediante un socialismo ondulante y un antioccidantalismo a prueba de todo.
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