La elección presidencial del 2024 la ganará cualquiera de las corcholatas que señale el dedo del gran elector. Por el solo hecho de ser electa (o), impulsada (o) e impuesta (o) por el presidente prodemocracia como su candidata (o) recibirá los votos de quienes lo apoyan y dan vigencia al efecto político AMLO.
El triunfo electoral de Morena y rémoras en el Estado de México, con abstención de 49% de los 12 millones 676 mil 625 inscritos en el Padrón, y su derrota en Coahuila, donde no votó 43% de los 2 millones 358 mil 491 electores, quedó atrás.
La prioridad de ahora en adelante es la sucesión presidencial y de legisladores.
Esos resultados es previsible que no cambien el curso del adelantado proceso para elegir nuevo gobernante el próximo año ya que el líder transformador es el ejecutor del mismo, conducirá la campaña, impondrá la agenda y hará proselitismo a favor de quien elija; el protagonismo es su particular estilo de hacer política.
Sus prioridades son retener la presidencia de la República para que continúe la supuesta transformación y lograr la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión para reformar la Constitución y reestructurar el Poder Judicial, cambiar la Ley Electoral y que la Guardia Nacional pase a la Secretaría de la Defensa.
Luego están las gubernaturas de Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Para lo primero tendrá que ser cuidadoso y evitar que la designación de la candidata (o) provoque división y hacer que las corcholatas no favorecidas se unan en torno de quien tenga las mayores preferencias en la simulada encuesta que se prepara.
Coahuila es el ejemplo de lo que no tiene que hacer. El fracaso electoral se debió a la inconformidad por la imposición del candidato del presidente (que no era favorito) y a la desunión que llevó al aspirante morenista relegado a cambiar de partido y dispersar el voto.
Para lo segundo y tercero aprovechará la influencia de las propagandísticas conferencias para promover el voto en línea por la presidencia, diputados, senadores y gobernadores, convirtiéndose en jefe de las campañas políticas de los candidatos de Morena a las que dotará de recursos económicos y apoyará con la estructura del gobierno federal y los servidores públicos, como lo hizo en el Estado de México.
En refuerzo de lo que tiene en puerta, el padre de la transformación se reunió el lunes por la noche con Sheinbaum, Ebrard, López y Monreal y con el líder de su movimiento-partido para convocarlos, junto con los gobernadores y partidos aliados, a la unidad y cohesión, ante la elección presidencial del 2024.
Agustín Basabe comentó (Milenio, 05-06-2023) que AMLO ha anunciado que permitirá a su corcholata correrse un poco al centro en la forma, nunca en el fondo, y que ha sembrado de minas el retorno a la derecha. Supongamos (dice) que le entregara la banda a Sheinbaum y que ella, pese a carecer de capital político propio, se viera obligada a revertir algunos de los puntos nodales de la 4T; ¿permanecería él cruzado de brazos en su finca chiapaneca o transmitiría a sus seguidores la exhortación a revocarle el mandato?
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