Opinión

ATISBOS

Demasiado optimismo ante la grave sequía

Rafael Cienfuegos Calderón

El Presidente hizo una promesa temeraria en la mañanera de ayer (02-08-2023). Afirmó que “no habrá desabasto de agua para el consumo doméstico y para el riego en el campo”. “No hay riesgos de que nos quedemos sin agua en ninguna parte del país”.

¿Por qué temeraria? Porque la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportó el 15 de marzo que las presas del Sistema Cutzamala están al 48.5% de su capacidad de almacenamiento, el peor nivel del que se tiene registro, pues están 23.2% por debajo del promedio histórico.

En los primeros meses del año, en teoría, las presas deberían tener un nivel superior a 70% para garantizar el abastecimiento de agua en la época seca, ocho meses sin lluvias. A ello se suma la probabilidad de que en 2023 se registre una sequía más grave que la de 2022, que afectó la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Al 28 de febrero de 2023, el 50.16% del país contaba con condiciones de sequía de moderada a extrema, de acuerdo con datos de Conagua (Sandra López, investigadora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)).

Por otra parte, en México, como en otros muchos países del mundo, la población padece una creciente y constante escasez de agua potable que deteriora la salud, modifica los hábitos y constituye un signo de desigualdad social dado que un alto porcentaje de los hogares más pobres no están conectados a la red de distribución.

Ante esas condiciones, la disponibilidad y abasto de agua potable en cantidad y calidad es un asunto de seguridad nacional, de acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), señalan el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Secretaría de Salud federal que en conjunto levantaron la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2022.

El resultado destaca que a nivel nacional 16.5% de los hogares mexicanos presenta inseguridad en el abasto, que se traduce en que más de seis millones de hogares padecen falta de acceso, disponibilidad y uso del agua. El IMCO expone en el estudio Aguas en México, ¿escasez o mala gestión?, que son 12 millones de personas las que no tienen acceso al recurso.

Además, los hogares que se ubican en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, y la Ciudad de México y el Estado de México, presentaron una mayor proporción de hogares en inseguridad del agua -más de 10 puntos porcentuales- en comparación con Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. En 2018 se reportó que en el Valle de México se contaba con 144 metros cúbicos por habitante al año, mientras que en el sur del país eran 18 mil 776 metros cúbicos.

La Ensanut 2022 indica que las  personas entrevistadas reportaron con mayor frecuencia la falta de agua en el hogar o, aunque la hubiera, no era apta para beber,  interrupción o limitado suministro para la higiene personal y el lavado de ropa y enseres doméstico.

El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Secretaría de Salud federal refieren que está documentado con estudios que la escasez o contaminación del agua, así como la falta de accesibilidad, pueden provocar problemas de salud mental como estrés, depresión y ansiedad, así como disputas intracomunitarias y que cuando no se realizan prácticas frecuentes de higiene como el lavado de manos y cuerpo por la escasez, interrupción o contaminación del agua, se afecta el bienestar y salud de las personas.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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