El Día 0 sobre falta de agua comienza a vivirse en amplias zonas del país, por igual en Nuevo León que en la Ciudad de México; o igual de grave en Chihuahua que en Guanajuato. Esto es producto del calentamiento global y del cambio climático.
Por ello, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) informa que se deben diseñar modelos eficaces de gestión, impulsar cambios legislativos e inversión de muchos recursos en infraestructura que no se pueden regatear, pues está en juego la estabilidad social, el desarrollo económico y, desde luego, la sobrevivencia de animales, plantas y de nosotros, los seres humanos.
Es una grave omisión que dentro del paquete de 20 propuestas de reformas presentadas recientemente al Congreso, el tema del agua se aborde de manera superficial. La reforma planteada no resuelve en absoluto el problema.
La palabra clave es: responsabilidad, donde todos tienen la responsabilidad de cuidar el agua con acciones tan sencillas como poner una cubeta en la regadera o reparar las fugas. El gobierno, en sus tres niveles, debe gestionar, administrar y fiscalizar de forma eficiente los recursos hídricos disponibles, debe inyectarle presupuesto al mantenimiento de la infraestructura hidráulica.
Se destacó que es alarmante la realidad del agua en México, pues de acuerdo con el INEGI, los usos que le damos al agua en México son: 76 por ciento agricultura, 14 por ciento abastecimiento público urbano, 5 por ciento industria y 5 por ciento generación de energía eléctrica.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, en el país la disponibilidad promedio anual per cápita pasó de 10 mil metros cúbicos (m3) en 1960 a 4 mil en 2012. Se estima que para 2030, esta disponibilidad descienda debajo de los 3 mil m3 por habitante al año.
En el país, el 60 por ciento del agua potable proviene de los cuerpos de agua superficiales. De los principales ríos, siete representan el 71 por ciento del agua superficial, concentrados en la zona centro y sur, mientras que sólo 29 por ciento del agua superficial se ubica en la zona norte. El principal problema de las aguas superficiales es la contaminación, en particular por las aguas residuales.
La central Patronal lamentó que las autoridades tienen visión a muy corto plazo. Además que, privilegia lo político por encima de lo técnico, con la que se ha pretendido abordar el tema. Tan sólo la Federación diseñó un Programa Nacional Hídrico pensando sólo en el periodo 2020-2024.
Aunado a otros problemas como es la agricultura que requiere implementar una solución integral para la modernización del campo y aprovechar mejor el agua que está destinada para ese uso.
El crecimiento de las manchas urbanas. Hay un gran número de títulos de concesión para pozos cuyo destino era el uso agrícola y derivado del crecimiento urbano, han quedado dentro de las manchas urbanas de las ciudades; sin embargo, por falta de capacidad de fiscalización de la CONAGUA, siguen en uso de forma irregular.
Entre las soluciones que la Copamex comparte son crear una nueva Ley General de Aguas que sea una plataforma con visión de largo plazo para emprender los cambios de fondo que el país requiere. La ley debe cambiar los incentivos perversos que hoy propician el desperdicio y mal uso.
Que los Organismos Operadores del Agua se modernicen y cuenten con autonomía de los gobiernos locales. Que el sector industrial demande menos agua que el campo o el uso urbano, pero este puede ser abastecido, para la mayor parte de sus procesos, con aguas tratadas de las descargas residuales (municipales y no municipales).
Igualmente, se tiene que atender de forma directa esta agenda, que se cuente con los suficientes recursos financieros, técnicos y humanos; acompañada por un consejo directivo apartidista de expertos que privilegien el bien común por encima de los intereses políticos.
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