De acuerdo con el informe global Circularity Gap Report 2023, la circularidad de la región de América Latina y el Caribe (ALC) no llega al 1%.
El reporte evalúa el nivel de circularidad en la economía de América Latina, centrándose en el porcentaje de materiales recuperados y reinsertados en la economía, en comparación con la cantidad total de recursos consumidos. Sin embargo, el primer desafío para nuestra región comienza con la escasez de datos actualizados, ya que el estudio de 2023 se basa en información de 2018.
Aún así, entre los desafíos comunes a la región que presenta el informe, la consultora Kolibri destaca la disminución de la biodiversidad en un 94% (la mayor reducción en cualquier parte del mundo desde 1975), la dependencia de las exportaciones de productos básicos, la carencia de datos completos y actualizados sobre los flujos de materiales, la generación de residuos, las tasas de reciclaje y la eficiencia de los recursos. Asimismo, resalta la falta de definiciones y métricas estandarizadas, lo que dificulta la medición del progreso y la comparación del rendimiento de los diferentes países o sectores dentro de la región.
La extracción de materias primas vírgenes, por otro lado, asciende a 10.6 millones de toneladas anuales, equivalente a 16.6 toneladas por habitante al año, un 36% más que el promedio global de 12.2 toneladas por persona al año. Además, la gestión de residuos, el reciclaje y la recuperación de recursos se realizan mayoritariamente en el sector informal.
Ante esta realidad, la principal necesidad es “acompañar el diseño e implementación de hojas de ruta con una visión a largo plazo, que promueva la gestión eficiente y equitativa de los recursos naturales y patrones de consumo y producción sostenibles”, asegura Carolina Pérez Guzmán, directora de circularidad de materiales de la consultora de impacto latinoamericana Kolibri.
Según Kolibri, una estrategia de economía circular efectiva comienza con un buen diseño, ya que el 80% del impacto de un producto o servicio se determina en esta fase. Por esta razón, es esencial incluir a la sustentabilidad en su propuesta de valor desde el inicio, para reducir residuos, minimizar la contaminación e implementar prácticas regenerativas. Bajo esta premisa, se presentan cuatro estrategias fundamentales para avanzar hacia una economía más sostenible:
- Reducir. Enfocada en disminuir la cantidad de materiales y el uso de energía, a través de un consumo eficiente de los recursos.
- Ralentizar. Prolongar el uso de los materiales el mayor tiempo posible. Esta estrategia se aborda a través de modelos de diseño que prioricen la durabilidad y la reparabilidad de componentes y productos.
- Circular. Mantener el valor de los materiales lo más alto posible, maximizando el uso de aquellos secundarios en la economía. Sin embargo, los materiales vírgenes son necesarios debido a:
- Todos los materiales se degradan tarde o temprano.
- Estos no pueden circular de manera indefinida.
- Su transformación necesita del consumo de energía.
- La mezcla con materiales vírgenes ayuda a mantener la calidad al reciclar.
- Regenerar. Reemplazar materiales y procesos nocivos con recursos regenerativos como la biomasa, utilizando procesos como el compostaje y la biodigestión, para convertir la materia orgánica en nutrientes reutilizables.
“El primer paso para impulsar la economía circular en la región es conocer y entender su situación actual, con el objetivo de identificar las oportunidades de acción, y trabajar con alianzas a lo largo de toda la cadena de valor que permitan maximizar los impactos positivos”, concluyó Pérez Guzmán.
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