Opinión

ATISBOS

Novatos juzgadores al servicio del pueblo

Rafael Cienfuegos Calderón

En la lógica del inventor de la transformación de que gobernar no tiene mucha ciencia e impartir justicia no es tan difícil, está la idea de que al “pueblo” le va a ir mejor si jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial son electos por voto abierto y popularidad por sobre preparación, capacidad y experiencia.

Tiene la idea de que así no habrá corrupción en el Poder Judicial, que los juzgadores serán empleados del “pueblo” y no de potentados y delincuentes de cuello blanco, y que llegarán al cargo sin las malas mañas que se adquieren cuando se ha ejercido 15, 20 o 30 años.

¿Honestidad por sobre capacidad, preparación y experiencia?

Los malos resultados del líder del primer gobierno del cambio en seguridad, salud y economía, por ejemplo, evidencian que se requiere mucho más que honestidad y buena voluntad para dirigir un país.

Su arribo al poder obedeció a su arrastre político, su alta popularidad  y su táctica de prometer mucho, más de lo que ideó que cumpliría con base en su conocimiento de la administración pública: 6% de crecimiento económico; sector salud de primer mundo; pacificar al país; reducir la pobreza, acabar con la corrupción.

Siendo el animal político que es por los muchos años que bregó como líder social de oposición encabezando y azuzando protestas ciudadanas, marchas, mítines y plantones contra los presidentes y gobernadores en turno careció de talento para escuchar, dialogar y concertar.

No supo aprovechar la experiencia adquirida para ya en el poder propiciar acuerdos con la clase política y el sector productivo y transitar de la mejor manera, sin estridencias, hacia un gobierno de resultados positivos.

Canceló los canales de comunicación e impuso su criterio de quién no está conmigo, me critique y cuestione, es mi enemigo.

Ensoberbecido, demostró quién manda.

Ganar la elección presidencial en 2018 con amplia ventaja y tener tres años mayoría calificada en la Cámara de Diputados y mayoría absoluta en la de Senadores le dio poder para hacer cambios a la Constitución sin tomar en cuenta a partidos de oposición y organizaciones de la sociedad civil.

Así gobernó, acaparó el poder y tomó decisiones –muchas basadas en ocurrencias- que denotaron falta de conocimiento, de preparación y de capacidad para evaluar las condiciones del país y diseñar políticas y estrategias adecuadas.

El presidente del cambio es vivo ejemplo de que popularidad y arrastre político no son suficientes para bien gobernar. Análogamente, que el “pueblo” elija a los más de mil 600 integrantes del “nuevo” Poder Judicial no garantiza que serán eficientes impartidores de justicia.

Podrían ser los mejores egresados de las escuelas de Derecho, tener cinco años de experiencia y los más populares, pero eso no los hace mejores que los actuales miembros del Poder Judicial de los que se quiere prescindir.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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