El estudio presenta un análisis sobre la incidencia de la pobreza multidimensional y de las carencias sociales en las niñas, niños y adolescentes (NNA) con los últimos datos disponibles de 2022. Asimismo, se profundiza en los impactos de la pobreza multidimensional en grupos específicos de la infancia y adolescencia, su incidencia en el territorio nacional y el impacto de los programas federales de protección social. Algunos de los hallazgos se resaltan a continuación:
La incidencia de pobreza para la población total en 2022 fue de 36.3%, mientras que para la población de NNA fue de 45.8%.
En el caso de la población infantil y adolescente hablantes de lengua indígena, se observa una alta incidencia de pobreza y carencias sociales.
Hay una incidencia mayor de pobreza en NNA que habitan en hogares con presencia de personas con alguna discapacidad (54.6%) comparado con aquellos hogares que no (43.8%).
Existe una mayor incidencia de pobreza entre NNA en las entidades federativas de la región sureste, así como en las localidades rurales del país.
Los datos permiten afirmar que los programas federales de protección social tuvieron un efecto de contención de la pobreza infantil y adolescente en 2022. No obstante, las carencias sociales no muestran un patrón semejante, especialmente aquellas relacionadas con el acceso a los servicios de salud y acceso a la seguridad social.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) en México han trabajado conjuntamente desde hace más de 10 años para visibilizar las condiciones de vida en las que se encuentran las niñas, niños y adolescentes en el país, grupo que enfrenta las mayores condiciones de pobreza y carencias sociales de toda la población.
En esta ocasión se presenta el documento Pobreza infantil y adolescente en México, 2022 en el cual se analiza la pobreza multidimensional y las carencias sociales en el grupo de NNA con los datos más recientes disponibles. Asimismo, estudia cómo afecta la pobreza multidimensional a determinados grupos específicos de la infancia y adolescencia, su incidencia en el territorio nacional y el potencial impacto de los programas federales de protección social en su reducción. Este documento tiene como objetivo brindar información a tomadores de decisión que les permita orientar las acciones públicas para avanzar en la erradicación de la pobreza infantil y adolescente, asegurando su bienestar y la garantía integral de sus derechos.
Principales hallazgos
La pobreza infantil y adolescente mostró una reducción de 2020 a 2022, al reportar una disminución de 6.8 puntos porcentuales. La incidencia de pobreza para la población total en 2022 fue de 36.3%, mientras que para la población de NNA fue de 45.8%. De todas las NNA en situación de pobreza, aproximadamente 4 de cada 10 viven en condiciones de pobreza moderada, y 1 de cada 10 vive en situación de pobreza extrema.
Pobreza infantil y adolescente en México, 2008-2022
En el caso de la población infantil y adolescente mayor de tres años hablantes de lengua indígena (HLI), se observa una alta incidencia de pobreza y carencias sociales. El 79.1% de esta población tiene al menos tres carencias sociales; de estas, la de mayor presencia es la carencia por acceso a la seguridad social (93.9%).
Hay una incidencia mayor de pobreza en NNA que reportan alguna discapacidad (51.4%) comparado con aquellas que no (45.0%).
Existe una mayor incidencia de pobreza entre NNA en las entidades federativas de la región sureste (62.5%), así como en las localidades rurales del país (56.3%).
Entre las características del hogar que reportan mayores niveles de pobreza se encuentran aquellas asociadas al mayor número de integrantes con discapacidad o que haya al menos una persona en el hogar que tenga una discapacidad. Por otra parte, la pobreza en el hogar se reduce al incrementar el número de personas ocupadas, ante el caso de que la jefatura del hogar tenga entre 40 y 64 años, o que cuente con al menos la secundaria completa.
La población de 0 a 5 años se ubica en el nivel más alto de carencia por acceso en la mayoría de los derechos sociales; siendo la más alta la carencia por acceso a la seguridad social (59.3%) y la carencia por acceso a servicios de salud (45.9%). Por su parte, los adolescentes de entre 12 y 17 años reportan la menor incidencia de pobreza (42.9%) dentro del grupo de población de NNA.
Una de las carencias sociales con mayor presencia entre los adolescentes (12 a 17 años) es la del rezago educativo (16.1%). Las razones principales por la que no asisten a la escuela son por falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a esta.
Los datos permiten afirmar que los programas federales de protección social tuvieron un efecto de contención de la pobreza infantil y adolescente en 2022, particularmente en la incidencia de esta y en la pobreza por ingresos. Estos resultados también se observan para poblaciones vulnerables (HLI, personas con discapacidad y en la primera infancia). No obstante, las carencias sociales no muestran un patrón semejante, especialmente aquellas relacionadas con el acceso a servicios de salud y el acceso a seguridad social.
Recomendaciones
Los programas de protección social federales han contribuido a la reducción de la pobreza en los años recientes; no obstante, la incidencia de la pobreza en NNA sigue siendo mayor que para la población adulta. Esto invita a que el Estado mexicano, en sus diferentes niveles, promueva acciones integrales bajo el principio de equidad con el objetivo de mejorar los niveles de bienestar de este grupo de la población.
Es importante reconocer que los programas de protección social actuales han generado una reducción significativa de la pobreza por ingresos; sin embargo, no han tenido un efecto en las carencias sociales. En particular, las dificultades para acceder a los servicios de salud y a la seguridad social prevalecen y han aumentado; por ello, las políticas encaminadas a la generación de empleos formales son cruciales. De manera adicional es importante seguir expandiendo la protección social, especialmente con foco y prioridad en las poblaciones más vulnerables.
Los esquemas donde se combinan diversos componentes adicionales a los programas de transferencias suelen tener mejores efectos al generar beneficios adicionales tanto para los individuos como para sus hogares.
Se sugiere que las transferencias sean personales y no por hogar, ya que las primeras han mostrado ser más útiles en el combate a la pobreza, de manera que esquemas de protección social universales para las NNA podrían ayudar a mejorar sus condiciones de vida, fomentando la permanencia en la escuela y contribuyendo a la reducción del trabajo infantil.
Es importante que los diversos esquemas de protección social tomen en consideración las necesidades y vulnerabilidades específicas de la población infantil y adolescente para incrementar su eficacia. Asimismo, se deben considerar los mecanismos fiscales y presupuestarios que aseguren la sostenibilidad en los recursos financieros necesarios de manera tal que no haya retrocesos y la inversión para la infancia y adolescencia siempre sea progresiva, oportuna y suficiente.
Es necesaria una visión en la que se reconozca que las NNA son sujetos de derechos, esta debe ser el fundamento de estos esquemas de protección social. Así, se podrá brindar a familias y NNA las herramientas y los recursos para lograr la construcción de trayectorias de vida en las que puedan desarrollarse libremente acompañada de la garantía de sus derechos.
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