Rafael Cienfuegos Calderón
La Presidenta Claudia Sheinbaum no se anduvo por las ramas ni se amedrentó ante la amenaza reiterada de Donald Trump. Fue contundente en su respuesta: a un arancel -de Estados Unidos- México responderá aplicando otro, y así hasta que pongamos en riesgo empresas comunes.
Eso ocurriría solo si hay negativa a la negociación y la cooperación mutua.
Hay que encomiar la firmeza de su actitud, reconocer la dignidad con que el martes defendió los intereses del país y los mexicanos, y apreciar el valor con que enfrentó a Trump, personaje misógino, brabucón, antimexicano, racista, mitómano y buleador.
En la relación comercial del T-MEC las ventas externas de productos mexicanos dependen 75-80% del mercado norteamericano empero eso no debe ser motivo para amedrentarnos ni doblegarnos ante las amenazas ni aceptar las condiciones que nos quieran imponer, como lo hizo en su momento el presidente transformador.
Y con el mismo valor con que la Presidenta respondió al presidente electo de Estados Unidos, todos -industriales, comerciantes, inversionistas, servidores públicos, profesionistas, trabajadores, estudiantes, políticos y medios de comunicación- estamos obligados a unirnos para actuar igual y apoyarla ante la probabilidad de una guerra comercial.
La respuesta de Sheinbaum conlleva, sí, una amenaza hacia Estados Unidos en el mismo sentido que la que hizo a México Trump en su pretensión de poner fin a problemas globales como migración y tráfico de drogas con aranceles.
«A un arancel vendrá otro en respuesta».
Empero, implica también un llamado a la cooperación y el entendimiento, por lo que confía en que no habrá guerra comercial.
En la carta que informó (26-11-2024) enviará le dice: “Presidente Trump, no es con amenazas ni con aranceles como se va a atender el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas en Estados Unidos. Se requiere de cooperación y entendimiento recíproco a esos grandes desafíos”.
Ahora bien, por dignidad y la defensa de los intereses del país la actitud que asumió la Presidenta es acertada, no cabe duda.
Aunque, hay que valorar si es lo mejor, lo que más conviene, puesto que aunque la economía de América del Norte sería perjudicada si unos y otros aplican aranceles a diestra y siniestra, el daño para México será mayor que para Estados Unidos y Canadá.
Porque ya lo advirtió China -el gigante económico de Asia-, “nadie ganará en una guerra comercial y de aranceles”.
Aunque, en opinión de Gerardo Esquivel, economista y subgobernador del Banco de México (cuenta de X) “una guerra comercial entre los países de Norteamérica sería la forma más directa e inmediata de debilitar a la región entera. El único ganador de esta guerra sería China”.