Opinión

El Hombre y la madera

Desde pequeños la madera tiene mucho que ver con nosotros. En la cuna nos recibe para otorgarnos el descanso y la protección. Y por toda nuestra existencia nunca esta relación acabará, es por eso que a modo de letanía reseñemos al Hombre que en la madera inicia su vida y con ella, llega a la muerte.
Dice el evangelio en San Juan 19: 13 “Y llevando su cruz, salió al lugar que se dice de la Calavera, y en hebreo Gólgota”
Ya es un hombre en la plenitud de su juventud, ayer quedó la niñez y la protección familiar, hoy enfrenta su misión caminando y llevando a cuestas una cruz. Una cruz de madera. Sus manos tan acostumbradas a ese material, como que lo acarician. El camina, la multitud que lo rodea grita, más que gritos son aullidos que emergen de lo profundo de los corazones que inexplicablemente odian. El piensa mientras por sus manos expertas reconoce el madero que lleva a cuestas. Es cedro, cedro del Líbano. ¡Qué fragancia, tan rico olor! Es un aroma que se asocia a lo sagrado, con cedros del Líbano, fueron hechos los elementos que dieron vida al templo de Salomón.

No hay engaño en ese aroma, es una cruz verdadera que impregnará de su fragancia sus últimos momentos.
Es imposible sustraerse a la nostalgia ¿cuántas veces en los días del trabajo sus manos en el taller acariciaron la madera del cedro? Pocas sillas, menos puertas, pero madera noble que sus manos conocieron. Con martillo y resaques de la sierra, esta madera quedó unida para siempre en beneficio de los paisanos de Nazareth.

Con amor, con cuidado, era llevada de la tienda al taller. Sus manos nunca la maltrataron, ni el olvido la abandono.

Esas calles por las que ahora transita, esas calles que fueron emparejadas con vigas de madera, alineadas y alisadas para el caminar seguro, hoy son testigos ¡Cómo pesa esta cruz de madera! pero ese cedro sigue siendo hermoso, sus vetas ahora en la cruz, resaltan; como trazadas con sangre, sangre viviente, se dice que la edad de los árboles está en sus anillos, pero estas vetas pareciera que tienen escritas toda la historia de la humanidad. Esta historia tiene un fuerte contenido de amor y perdón. Esa cruz, lo dice todo, ese Hombre lo sabe todo. Ese Hombre lo puede todo, puede cargar una cruz de madera y puede llevar los pecados de la humanidad.

La caminata termina, pero no los pensamientos, podía ser viga, podía ser mueble, podía ser puerta, pero es cruz. Cruz o púlpito, cruz o trono. Los hombres somos llevados a la sepultura en un cajón, madera al fin, relación de toda la vida que termina como empieza, con amor servicial. El hombre se tiende sobre la madera, cruz de madera, cruz de salvación. Madera amada, al fin hiciste descansar en ti al que fatigado por tu peso es levantado para atraernos a todos hacia El.

Esta letanía amigos, es la realidad de la obra redentora, todos nosotros los que hemos sido mecidos en una cuna, podemos encontrar la salvación gracias a uno que es más que un buen carpintero, es el Hijo de Dios. Jesús de Nazareth quien desde el pesebre hasta la cruz, no sólo se relaciona con la madera, sino con el barro, con la arcilla de la cual fuimos hechos. De esta relación podemos ser transformados en oro puro y en lino blanco y resplandeciente. Aquel que llevó su cruz hasta el Gólgota, tiene poder para llevar nuestros corazones a la presencia del Padre celestial, tome usted también su cruz, niéguese a sí mismo y sígale.
Aarón Cortés Hernández es Pastor General de la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org

Acerca de Aarón Cortés Hernández

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