El Valle de México, conformado por la Ciudad de México y varios municipios mexiquenses e hidalguenses, es el ejemplo más acabado de la problemática que enfrentan las zonas metropolitanas del mundo, en general y, particularmente, del país.
Este valle pasó, en forma rápida, de un crecimiento horizontal a uno vertical. Miles y miles de unidades habitacionales se construyeron sobre su suelo, en copias interminables con sus departamentos de unos cuantos metros, convertidos en simples dormitorios para los trabajadores que laboran en fábricas, servicios y comercios, alejados de su residencia.
A esta característica común, se suman el hacinamiento, producto no tanto del crecimiento poblacional natural, sino por los miles de migrantes que, día a día, arriban a esta macrourbe y sus efectos sobre los ecosistemas regionales que ceden ante el desbordamiento de la plancha de cemento, que todo lo corroe.
El bienestar de la mitad de la población y tres cuartas partes de la producción nacional se ven afectadas porque en las 56 zonas metropolitanas de México operan con estructuras político-administrativas y reglamentos urbanos diferentes, correspondientes a 29 entidades federativas y 345 municipios, alerta el estudio Estado de las ciudades de México 2011, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT) con apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de México.
Otros aspectos que llaman poderosamente la atención de este trabajo es el hecho de que asevera que las ciudades con mayor concentración de población están experimentando actualmente estrés hídrico, lo que puede conllevar a una crisis que podría colapsar los sistemas socio-económicos y ambientales de estas urbes.
El estudio pone de relieve que la desigualdad significativa puede dar origen a la inestabilidad socio-económica y política en ciudades y países, como en este caso México que cuenta con un valor de 0.4 del coeficiente de GINI. Además, precisa el 45.5 por ciento de la población urbana se encuentra bajo la sombra de la pobreza. La desigualdad en México es muy cercana al promedio de América Latina, considerada como la más elevada a nivel global.
Esto grandemente preocupante porque resulta que, de acuerdo con el estudio de ONU-HABITAT, 72 por ciento de la población mexicana habita en 383 ciudades y 56 por de los mexicanos residen en las 56 zonas metropolitanas.
El 73 por ciento de la Producción Bruta México tiene lugar solamente en las 56 zonas metropolitanas, que además, del Valle de México son Monterrey, Guadalajara, Puebla-Tlaxcala, Toluca y Saltillo que aportaron 44 por ciento del la PBT. Por razones obvias no pueden colapsarse, por lo que el gobierno tendrá que atender y solucionar inmediatamente sus grandes y graves problemas.
Destaca que al primer trimestre de 2011, 13 millones de personas laboraron en el sector informal (el 28.5% de la PEA ocupada). El sector informal se concentra principalmente en las ZM del país.
Hablando de pobreza, de acuerdo con el referido estudio, la zona metropolitana del país con mayor desigualdad es la de Oaxaca, seguida por Xalapa y Tuxtla Gutiérrez, todas en el sur del país. En el extremo opuesto está la zona metropolitana de Tecomán, Colima.
Por lo que toca al tipo de vivienda masiva que construye la iniciativa privada en la Zona Metropolitana del Valle de México es muy peculiar porque es “pichonera”, de alta promiscuidad y “dormitorio”. Esta concentración de población en centros urbanos es resultado de un proceso de formación y crecimiento de las ciudades que ha sido poco planeado, por lo que se ha reducido la calidad de vida de los habitantes, al incrementarse problemas urbanos como: congestión vial, contaminación, déficit y baja calidad de servicios, falta de equipamiento, inseguridad, entre otros. Lo que implica que los mayores y más complejos retos que enfrenta la nación son urbanos y particularmente metropolitanos.
La expansión territorial de las ciudades se debe a la crisis de regulación del suelo, en particular en las áreas periurbanas, al débil control de planeación y a la incipiente oferta de suelo formal para los hogares de menor ingreso, entre otros factores. Ya sea que se trate de la ubicación periférica de asentamientos irregulares o de zonas residenciales para hogares de altos ingresos, este crecimiento genera efectos secundarios perjudiciales de tipo ambiental, económico y social.
Las desigualdades urbanas son un síntoma de una disfunción sistémica, cuyos efectos erosionan la cohesión social. Una sociedad no puede desarrollarse de forma sustentable si la gran mayoría de sus miembros no puede satisfacer sus necesidades básicas. La pobreza urbana se manifiesta territorialmente en los asentamientos informales, donde se concentran las peores condiciones de vida de las ciudades.
Numeralia
- En el 2010 habían 35.6 millones de viviendas particulares.
- El tamaño promedio del hogar es de 3.93 integrantes.
- 24.6 por ciento de los hogares son encabezados por mujeres.
- 30 por ciento de los hogares mexicanos resuelve por cuenta propia sus necesidades de vivienda
- Entidades federativas con mayor porcentaje de población urbana altamente y muy altamente marginada son Chiapas (53%), Guerrero (52%), Tlaxcala (51%), Oaxaca (48%) y Puebla (45%).
- Hay 9 millones de viviendas con algún tipo de rezago habitacional. De éstos, hay viviendas con hacinamiento, las construidas con materiales deteriorados y las que sus techos y muros fueron construidos con materiales que tienen duración menor a 30 años.
- El 42.46% de los hogares en rezago ampliado están en las ciudades.
- El número de habitantes que residen en una vivienda con algún tipo de rezago alcanza 36.7 millones.
- Cinco millones de viviendas están deshabitadas por carencia de servicios básicos, lejanía del trabajo, escuela y redes de apoyo, el tamaño reducido de las viviendas y a la inseguridad.
- Las ciudades en México se expanden 20 mil hectáreas por año.
- Cada año se establecen 90 mil hogares en zonas no aptas y condiciones muy precarias.
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