América Latina tiene una larga historia de golpes de estado y dictaduras militares. Pocas son las naciones del área que no han padecido los hechos dolorosos de gobiernos depuestos por la fuerza de las armas. Entre esas podemos señalar a Costa Rica, en Centroamérica, y a México en el hemisferio occidental.
México cumple 80 años de paz social, de vida institucional. Tras un largo periodo de gobierno presidencial, por un partido, el PRI, dándose puntualmente el relevo sexenal en la Presidencia, avanzando en las estructuras democráticas y electorales, hasta llegar al cambio de partido detentando el poder, el PAN. Relevo institucional y pacífico. Así, varios partidos, como el PRD, gobiernan varios estados, muchos municipios del país. Es el gran valor histórico del siglo XX. En el siglo XXI, ante casos como Honduras, con un golpe de estado, surge la pregunta ¿cuánto más durará nuestra paz? ¿Habrá quiénes busquen romperla? México vive una elección intermedia en la que ha imperado el ataque y la denigración.
Generaciones de mexicanos en condición de adultos mayores recuerdan, de manera particular, las décadas de los 50, 60, 70, inmersas en un siglo de dominaciones coloniales. Años en que, en el sur americano: Chile, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, Colombia, Uruguay, bueno, todos los de esa región; los países centroamericanos, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala; los del Caribe, Haití, Cuba, República Dominicana, vivieron la noche negra de las dictaduras originadas en golpes de estado o la imposición de la fuerza de sus ejércitos. Y más que de ellos, de sus mandos.
México y Costa Rica, repetimos, fueron de los que se salvaron de aquellas oleadas del poder militar, de quienes instituyeron gobiernos ajenos a la voluntad de sus pueblos, con la complicidad del imperialismo. Contra una democracia que es más que una capacidad para decidir. Una democracia que bien define la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo tercero: la democracia no es solamente una estructura jurídica y un régimen político… “sino un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.
Los pueblos de América luchaban, hoy hacen lo mismo, por la satisfacción de las demandas, legítimas, de alimentos, educación, salud, vivienda. Las cuales no podían ser atendidas ante la voracidad y los intereses de quienes eran, son, insaciables consumidores de sus bienes patrios: lo mismo de productos agrícolas, que de petróleo y cobre; o detentadores de posiciones territoriales estratégicas como Guantánamo o el canal transoceánico.
Está en la memoria de brasileños y panameños; dominicanos y chilenos; uruguayos y guatemaltecos; nicaragüenses y paraguayos. Quiénes no tienen, entre nuestros hermanos de sangre y de cultura, el recuerdo nefasto de la United Fruit, de la International Telephone and Telegraph, de la Standard Oil. Quiénes no tienen presente el recuerdo de los Negroponte y la CIA y el Departamento de Estado. Quiénes han olvidado el entrenamiento antiinsurgente de los militares de su tierra en los campos de adiestramiento norteamericanos de la zona del Canal de Panamá. Quiénes han olvidado los Planes Cóndor y Camelot diseñados en Estados Unidos para enfrentar la rebelión de los que tenían hambre.
Los nombres de Salvador Allende, Camilo Torres, Joao Goulart, Francisco Caamaño, César Augusto Sandino, Jacobo Arbenz, Juan Bosch, Ernesto Guevara, Líber Seregni, son símbolo de sacrificio, de lucha, de resistencia que cumplieron con dignidad la tarea que sus pueblos mártires les confirieron, frente a los Pinochet, los Somoza, los Jiménez, los Videla, los Galtieri, los Castelo Branco, los Stroessner, tiranos que apoyados en los Dulles (“Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”), y otros como éste, masacraron y sometieron a su gente.
México, por la Revolución de 1910 y sus consecuencias, cumple ya 80 años de paz. Una paz creadora en muchos sentidos. Una paz que ha sido marco para el crecimiento logrado pese a las duras condiciones de un colonialismo avasallante de 300 años; de una inestabilidad, con frecuencia llegada desde afuera, desde el norte o de una Europa a fin de cuentas no tan lejana durante el siglo XIX; de la agudización de formas de expoliación desarrolladas por las metrópolis del siglo XX; de las luchas geopolíticas en las cuales fuimos involucrados durante dos terceras partes de ese mismo siglo.
Ese México nuestro, el de ahora, mira con desaliento que aquellos movimientos de dominio militar, que creíamos superados, reaparecen en una nación hermana: Honduras. Algunos, aún, no acaban de entender el cambio de los tiempos. Algunos, todavía, no se han dado cuenta de lo que ha costado la construcción de los precarios equilibrios. ¡México elige, México vota!
Anularon golpes de estado la democracia en América Latina
Para los analistas e investigadores latinoamericanos, el Siglo XX fue la centuria de las marcas, en la región. Algunos lo denominaron el siglo del cine; otros, el de la liberación sexual; algunos más, el de la ecología o de la energía nuclear. Pero la definición más exacta podría ser el siglo de los golpes de estado.
Tal vez, “no sería la marca más feliz, pero sí útil para tenerla presente en la nueva realidad política latinoamericana”, señala el analista argentino Modesto Emilio Guerrero.
No le falta razón. De 1902 a la fecha, se han registrado 328 golpes de estado, incluyendo el reciente de Honduras. Algunos de ellos se estabilizaron como dictaduras durante meses o años y otros sólo duraron unos cuantos días, como los casos repetidos de Bolivia.
De hecho, este país registra el mayor número de ese tipo actos con un total de 56; Perú tiene 31; Panamá, 24; Ecuador, 23; Cuba, 17; Haití y Santo Domingo, 16; Brasil, 10; Chile, 9, y Argentina, 8.
México, excepción
En esta relación golpista, México sólo registra una asonada, sucedida en 1929, aunque se trató de un golpe típicamente “putchista”, es decir, un acto que, desde el ámbito social, combina la ideología lumpemproletaria con la pequeñoburguesa, pero no incluye a la milicia, como protagonista real.
Además, las Fuerzas Armadas nacionales, desde esas fechas, fueron integradas al Estado como cogobernantes, fenómeno que, más tarde, imitaron Cuba, en 1959 y Nicaragua, en 1979.
México se encuentra entre los países latinoamericanos donde la democracia han durado más, en cuya lista se incluyen a Uruguay, Colombia, Venezuela y Costa Rica.
Julio 5, la nueva cita
El domingo 5 de este mes, México es otro paso más en este afianzamiento de su democracia.
Antes ya puso a prueba su gobierno democrático, en las federales del 2000; intermedias del 2003 y las federales del 2006. En todos estos casos maduró y afianzó su democracia.
El nuevo elemento de las intermediarias de este mes es la participación más activa de la sociedad civil organizada.
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