Ensayo VI. Tinta y acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros
Seguramente el doctor Magín tiene muy claros los principios teóricos de Emmanuel Swedenborg al cual recuerda Ralph W. Emerson en su prólogo para el «Napoleón» de Jacques Bainville: «… cada uno de los órganos se compone de partículas homogéneas, o, como se ha expresado algunas veces, cada todo está compuesto de semejantes; es decir que los pulmones se componen de pulmones infinitamente pequeños, el hígado de hígados infinitamente pequeños, el riñón de riñoncillos, etc(étera).»
Porque el doctor Magín (cirujabo titulado, según afirma un enmarcado a la cabecera de su respaldo en el consultorio, con especialidad en algo confuso que entre la miopía personal y el lenguaje críptico asusta y queda por desentrañar algún día), afirma: «… para evitar el rechazo de los órganos transplanatados, lo imprescindible es integrar el álito personal habido en el órgano dañado y colocarlo en el donado al cual, previamente, le extirparan esa mínima carga energética deteriorada e inservible».
Amplía Don Jaime –que ese es el nombre del personaje en cuestión–: «… para el transplante de almas junto con el orgánico, habrá de buscar el punto en donde anida la parte del alma que le corresponde al órgano dañado, preservarla y posteriormente colocarla en la zona del órgano a integrar en el cuerpo receptor y, así, sólo así, será segura la aceptación del órgano huésped en el cuerpo receptor, ya que el alma pertenece al total de la parte.»
Esa es la especialidad que antecede a la extracción del órgano dañado con lo cual «evitamos el colapso por extrañeza en el organismo receptor», afirma el doctor Magín, abiertamente.
Uno, escéptico y después de reir un tanto en el resguardo de la privacía sanitaria –resultante al consumo compulsivo del café–, pregunta seriamente; ¿y en dónde está esa pequeña alma o el pedacito de alma que le toca a cada componente del organismo humano? -Divida usted el tejido en dieciséis parte y en el segundo par deciseisavo
–visto de arriba hacia abajo– cargado más a la izquierda tomada una vertical, encontrará un pequeño punto blanquecino que encapsula el alma a trasladar al órgano donado que suplirá a la parte que ya no puede vivir más en el conjunto que perdió la armonía total, la parte del alma integral», afirmó entrecerrando los ojos y con una sonrisa beatífica.
Comentarios Cerrados