En ese año, la emisión de contaminantes en el país llego cerca de 40.5 millones de toneladas, de la cuales 58% correspondieron a fuentes naturales –es decir, el suelo, la vegetación y las actividades volcánicas- y 42% a la contaminación de origen humano. Tal vez te preguntes por qué se le da tanta importancia a las emisiones antropogénicas si las naturales parecen ser mayores. La razón se encuentra en el hecho de que son precisamente las fuentes antropogénicas las que tenemos más cerca, ya que se encuentran próximas o dentro de los poblados o ciudades que habitamos, por lo que disminuyen la calidad del aire que respiramos. También es importante que tengamos en mente que en el inventario nacional se indica que es posible que las emisiones de fuentes naturales estén sobreestimadas. Esto se debe a que la información con la que se calculan las emisiones de la vegetación y los suelos –como datos de uso de suelo, cobertura de vegetación, temperatura y cobertura de nubes- posee cierto grado de incertidumbre. En el caso de las emisiones provenientes de los volcanes, los métodos para estimarlas así como la variabilidad de las emisiones volcánicas generan un amplio margen de error. ¡Por ello, no debemos subestimar las emisiones antropogénicas!
Para no complicarnos mucho con cuentas y porcentajes te diremos que de las fuentes antropogénicas, los vehículos automotores en los que trasladamos y transportamos nuestros productos, son los que produjeron la mayor cantidad de contaminantes, siendo el monóxido de carbono (CO) el gas que más se emitió. A los vehículos les siguen las emisiones de la combustión doméstica, agrícola y para el transporte –que se refiere básicamente el consumo de gas LP- y las emisiones de plantas generadoras de la electricidad que empleamos –que generan principalmente óxidos de azufre (SOx)-.
Fuente: Semarnat. ¿Y el medio ambiente? Problemas en México y el mundo. Semarnat. México. 2008
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