Después de negarlo en todos los tonos posibles, siempre con la mira puesta en las elecciones, el gobierno acepta ahora el tamaño de la crisis. Pero quiere matizar las cosas. Así, se reconoce la peor caída en los últimos treinta años. Pero se resaltan los éxitos en materia de empleo. En otras palabras, se acepta el problema, pero se quiere salvar la imagen del gobierno. Y los esfuerzos parecen mal encaminados. Ahora no se trata de saber si se pudo o no haber evitado el colapso. De lo que se trata en estos momentos es de saber ¿cómo vamos a resolver el problema? La situación en este punto es por demás simple: para el año próximo, de acuerdo a los datos oficiales, el país estará prácticamente en quiebra. En otras palabras, no habrá inversión pública, y con ello se paralizará buena parte de la economía. Habrá más desempleo y la inflación se convertirá en la espada de Damocles que todos conocemos. Para “cuidar la imagen”, desde las filas del gobierno y el panismo, se habla ya de “la esperanza” de que el PRI ejerza una mayoría responsable desde su mayoría en la Cámara de Diputados. Y la trampa no puede ser más obvia. El gobierno quiere que sean los priístas los que carguen con el peso de la crisis y las medidas destinadas a hacerle frente. Pero si esa postura se acepta, ¿qué fue lo que hizo el gobierno en los primeros tres años del calderonismo? ¿No ejercieron entonces una mayoría responsable desde el Congreso? ¿Para qué utilizaron su mayoría en las Cámaras del Congreso? ¿Qué lo que no hicieron para hacerle frente a la crisis antes de que estallará como lo ha hecho? Pero los hechos son claros. El gobierno es el encargado de tomar las decisiones. Y Felipe Calderón tendrá que pagar el costo de una crisis que hace menos de un año, aseguraba no se registraría. Para el año próximo, el país tendrá un boquete monumental en materia de recaudación de impuestos. Se verá obligado a buscar aumentos en impuestos “seguros” y a pedir deuda. Y ello apenas para buscar “salir tablas” con la realidad que siempre negaron. Los augurios son terribles. Pero la realidad será mucho peor… Y en tanto el reto financiero cubre el horizonte nacional, en Guadalajara se desarrolló una nueva cumbre México-Canadá-Estados Unidos en la que, por supuesto, los problemas políticos del gobierno mexicanos salieron a relucir. Primero, la agenda fue aquella que nuestros dos vecinos al norte marcaron. De los temas de interés para México no se trató nada como no fueran las contundentes negativas a dar respaldo a la posición de nuestro gobierno. Canadá ni siquiera se molestó en poses diplomáticas y elegantes para rechazar cualquier posibilidad de dar marcha atrás a su decisión de imponer visado a los turistas mexicanos. Y Washington mandó al “año próximo” el tema de la “enchilada” que siempre forma parte del diálogo con Estados Unidos, pero que no cristaliza por su muy elevado corte político para el gobierno estadounidense, con el evidente riesgo electoral latente. Eso sí, para el gobierno de Felipe Calderón quedaron los golpes, sospechas y presiones en torno al tema de los derechos humanos, especialmente en el terreno del combate a los cárteles de la droga. Las explicaciones corrieron a cargo de México. Y el reto lanzado por el presidente fue de nueva cuenta, un mal cálculo. Lo que intentó ser una muestra de seguridad sobre las acciones del ejército, se convirtió en una plataforma de despegue político para José Luis Soberanes, titular de la CNDH, quien ni tardo ni perezoso apareció en el escenario nacional para recordarle al Ejecutivo Federal que las pruebas que demanda se encuentran en todas las recomendaciones emitidas por la Comisión a su cargo. Total, un nuevo desastre político, ahora desde el marco de una Cumbre que poco a poco pierde fuerza… Por cierto, habrá que recordar que el TLC nació como parte de una estrategia mucho más profunda que tenía que ver no sólo con el comercio, sino con la creación de un bloque mucho más integrado, para hacer frente a los bloques asiático, encabezado por Japón, y Europeo, liderado por los alemanes. Pero al paso que vamos y con el duro revés económico, las cosas podrían haber perdido mucho de lo ganado en los años anteriores. Y la recuperación bien pudiera tardarse mucho más de lo previsto… ¿Cuántas carteras en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN entregará César Nava a sus rivales en su intento por alcanzar un poco de unidad en las filas panistas? ¿Y cuántas candidaturas a las gubernaturas en juego el año próximo formarán parte de esas cada vez más evidentes negociaciones entre las tribus blanquiazules?
Comentarios Cerrados