Se cumplen los protocolos puntualmente. En el principio, Enrique Peña Nieto aparece desde su Estado como figura ante el priìsmo nacional. Se le ve con las cualidades necesarias para encabezar el movimiento del Revolucionario Institucional en sus afanes de regreso a Los Pinos. De regreso a la presidencia de la República porque en los hechos nunca dejó de ser protagonista en el ejercicio del poder político en cuanto sumaba el mayor número de gubernaturas estatales, de presidencias municipales, de mayorías legislativas. En el Congreso de la Unión, si bien en algún momento no tuvo la mayoría absoluta en alguna de las cámaras, su actuación en la tarea legislativa fue determinante.
De ser figura relevante en las filas de su instituto político pasó a aspirante con posibilidades a la candidatura a la primera magistratura del país. Después, por la voluntad del priísmo nacional y no la de un hombre, a candidato. A candidato virtualmente triunfador. Como tal apoyado en su partido, que lo llevó a un triunfo indiscutible, designa responsables de tareas específicas: Luis Videgaray, Miguel Osorio Chong, Jesús Murillo Karam. En la ruta sigue con el fallo del Tribunal Federal Electoral, unánime: es presidente electo. Continúa con el nombramiento del equipo de transición. En él aparece un conjunto de personalidades identificadas por denominadores comunes: conocimientos, experiencia, represen-tativos de causas relevantes, lealtad a sus orígenes. Esto previo a su encuentro formal con el Presidente Felipe Calderón con la finalidad de afinar lo necesario para la transmisión del ejecutivo
Se trata de 45 hombres y mujeres que cumplirán cabalmente con las tareas propias de la transición gubernamental. Nombres de mujeres y hombres que alientan la esperanza de que las tareas político administrativas seguirán por el buen camino. María Esther Sherman y Paloma Guillén, de reconocida solvencia, al lado de Andrés Massieu, joven que recién cumplió con puntual dedicación tareas legislativas en la Cámara de Diputados. Como también lo hicieron allí Alfonso Navarrete Prida, Carolina Viggiano Austria, Felipe Solís Acero, Jorge Carlos Ramírez Marín, Claudia Ruiz Massieu. En el equipo de transición aparecen Emilio Lozoya Austin, María de los Ángeles Fromow Rangel, Enrique de la Madrid Cordero, Juan José Guerra Abud, Ernesto de Lucas, Rosario Robles, Roberto Campa Cifrián. De entre todos ellos saldrán quienes en la primera línea, en la segunda y la tercera, conformarán el equipo de Enrique Peña Nieto a partir del día 1 de diciembre, un equipo en el que no habrá tareas menores. Un equipo cuya fortaleza dependerá del menos fuerte de los eslabones de la cadena que lo una.
En el grupo de Comunicación seguirán David López Gutiérrez y Eduardo Sánchez Hernández, garantía de profesionalismo en la tarea estratégica de informar, de comunicar, de convencer.
¿Qué esperamos?
Que el Presidente electo de México continúe, de manera eficaz, con la delicada tarea de construcción de consensos emprendida cuando asumió el papel de candidato a la Presidencia de la República. Que su condición de líder se manifieste en plenitud, desde ahora, para el mejor ejercicio de la titularidad del poder ejecutivo federal. Que iniciada su gestión presidencial desarrolle a cabalidad la visión de estadista que devuelva a México al lugar que le corresponde en el concierto de las naciones. Que su ejercicio gubernamental provea a todos de las condiciones que permitan la obtención de la felicidad, valor primero y último de las personas y sus familias. Entendida la felicidad como la satisfacción suficiente y oportuna de los requerimientos espirituales y materiales del ser humano.
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