El libro Dádivas de México al mundo es una selección y síntesis de la obra de Heriberto García Rivas, ex catedrático de historia, geografía y literatura. Su libro de igual forma fue publicado en la cuarta página del diario Excélsior poco más de un año entre diciembre de 1963 y julio de 1964. El autor, originario de Chihuahua, utiliza una palabra clave para entender esa fusión de dos mundos. La transculturalizacion. Y es que las creencias, el arte e inclusive la forma de pensar no tiene sexo por lo cual no podemos hablar de un mestizaje de razas, sino de una convergencia culturalmente hablando que inclusive este la etimología de esta misma palabra en el Inglés británico como cross-culturalization.
Heriberto García hace un principal hincapié tanto a la flora y fauna que existía en las Américas previo a las incursiones por parte de los europeos, de igual forma habla de aportes culturales, científicos y de personalidades que México ha brindado al crisol de lo que es la gran cultura universal. Una fina mención sobre el pulque y sus orígenes más primitivos contados a manera de leyenda y otro tanto a factor del descubrimiento humano a través de la observación. De acuerdo a la mitología indígena el pulque fue inventado por Mayahuel, mujer divinizada e identificada con el maguey. Ella agujereo primero esta planta, para sacar el aguamiel; y más tarde otro personaje, Tantecatl, halló las raíces para hacer fermentar esa bebida, siendo aun posteriormente cuando Tepoztecatl, en compañía de otros, perfeccionó el arte de elaborar pulque. Y de ahí que Tepoztecatl haya sido considerado como uno de los principales dioses aztecas del pulque y la embriaguez.
La leyenda humana se le atribuye a un tolteca de nombre Papantzin, que descubrió en sus campos sembrados de maguey, una rata de campo nombrada como metoro, hordaba el meyotli (corazón de maguey) y escurría un liquido dulce necuttli (aguamiel), que probó y fue tal de su agrado que junto con su hija la bella Xóchitl, lo llevó al monarca Tecpancaltzin, guardando algo más en vasijas para tomarlo después, vio que se agriaba y fermentaba, produciendo un licor que también fue de agrado de todos. Nombrándosele octli. Poco se sabe porqué el nombre de tan ceremonial brebaje cambió de octli a pulque, inclusive de los datos de querer obtener una raíz del latín para la palabra pulque o de la asociación con la lengua araucana y de los oriundos de Chile para denominar de esta forma a las bebidas que los indios usaban para embriagarse de acuerdo al padre Francisco Javier Clavijero y su obra “Historia antigua de México” aunque la palabra se ocupaba ya por los españoles mucho antes de que se colonizaran las tierras de Perú y de Chile respectivamente.
Así que retomando la etimología de la palabra pulque se hace referencia a la voz indígena de poliuqui, que significa corrompido, y con la que los indios designaban al estado de fermentación de la bebida. El uso del octli siempre fue reservado durante la época previa a los españoles, sólo ancianos, reyes y sacerdotes les era permitido hacer uso del brebaje. El mismo fray Bernardino de Sahagún menciona acerca del emperador Moctezuma, que se dirigía al pueblo en una perorata dedicada al pulque, en la que decía al brindar con él: “este es el vino que se llama octli, que es raíz y principio de todo mal y toda perdición; porque este octli y esta borrachería es causa de toda discordia y distensión, y de todas las revueltas y desasosiegos de los pueblos y reinos…
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