Gastronómicamente hablando esta generación ha logrado documentar y rescatar la información relevante de la historia de la gastronomía mexicana, y gracias a esto resulta asertivo mostrar realmente como es que el Cambio Climático y las condiciones en las que el ser humano puede cambiar inclusive sus hábitos alimenticos. A la llegada de los españoles Hernando Cortés describiría la magnificencia de la enorme ciudad de México Tenochtitlán asentada en el corazón de la cuenca lagunera del valle de Anáhuac.
Los usos y costumbres de los aztecas, la pulcritud y orden en la traza de calzadas y canales, del comercio, los templos y las escuelas. La mancha urbana y los trazos con los que se fue forjando la enorme ciudad de México, perdió el encanto frente al caos y anarquismo urbano. Todavía hace cien años el valle de México contaba con pequeños claros de agua y algunos canales perfectamente bien conservados como era el canal de Santa Anita, el rio Churubusco, canal de la Viga, entre otros.
La usanza de recoger las hortalizas frescas que llegaban por canales hasta el mercado de La Merced, o bien pizcar de mano propia en las chalupas y chinampas era una excelente forma de disfrutar un día de descanso en las riberas citadinas. Sin dejar de mencionar el romanticismo afrancesado que pretendía hacer de los canales un punto de visita obligado muy al estilo del rio Sena, en tiempos del Porfiriato. Estas épocas invernales era punto de encuentro de aves regionales y una inmensa cantidad de aves migratorias. La apipitzca o apipisca, un ave relativa al género de las gaviotas, es referida como otras tantas en el libro Nuevo Cocinero Mexicano, escrito por la librería de Ch. Bouret en Paris en los años de 1888 y su facsimilar seria reimpreso 98 años después por la librería Porrúa. Sobre la apipisca, se menciona que su carne es de buen gusto, y se comen mechadas y asadas al asador con tostadas fritas por abajo, o rellenas también al asador para entrada, o fritas en sartén y adornadas con aceitunas.
Se aderezan también con cualquiera de los caldillos o salsas para aves de caza…
Otras de las tantas aves mencionadas se encuentran las cercetas, la avutarda, al ánsar, el gallaron, las gallinas de agua como la fúlica, la fusca o la gallareta, entre tantísimas.
Es cierto que en menudas ocasiones la gente se queda sorprendida sobre el uso de pato en la gastronomía mexicana, si es que difícilmente lo asocian al hábitat que les rodea.
La Naturaleza tiene memoria y aunque las aves, ahora escasamente reposan en los artificiales lagos como los de Chapultepec, Aragón, Alameda Oriente e inclusive en el fallido hasta ahora proyecto de conservación y restauración del lago de Texcoco, es posible apreciar con mucha paciencia el arribo de estas aves. Que difícilmente encuentran reposo, después de sus largas travesías y si es que inclusive hemos logrado la extinción de muchas de estas especies, porque se sabe que en las tierras cálidas donde descansan de los fríos del norte era donde habitualmente culminaban con el ciclo de apareamiento y el de crianza.
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