Los arrecifes coralinos de los mares mexicanos se consideran uno de los ecosistemas más diversos en el planeta, esto por su gran valor ecológico, económico y cultural, lo cual conlleva a establecer medidas que les protejan de la misma mano del hombre, esto debido a la degradación ambiental derivada de las actividades humanas, las cuales en las últimas décadas han provocado daños graves en los arrecifes, que de manera natural se producirían en escalas de tiempo geológicas.
Cabe mencionar que otro factor de daño en estos ecosistemas es la erosión biológica (bioerosión) de las estructuras arrecifales, particularmente los ocasionados por esponjas perforadoras, procesos que parecen acelerarse en condiciones de contaminación y estrés en el coral. Dichos fenómenos dan la impresión de estar ejerciendo de manera directa un efecto negativo sobre las comunidades de arrecifes, y en consecuencia, ejercen presión sobre el resto de los organismos que los habitan.
De acuerdo al Consejo Nacional para la Ciencia y Tecnología (Conacyt), del gobierno mexicano, en la costa mexicana del Pacífico, los arrecifes de coral se presentan en aguas someras (de 0 a 25 metros de profundidad), desde el sur del golfo de California hasta Oaxaca y las Islas Revillagigedo, donde generalmente construyen estructuras de poco relieve (menos de 3 m de espesor).
Detallando que aunque los arrecifes son capaces de recuperarse de perturbaciones intensas, no pueden sobrevivir bajo disturbio crónico, ya sea natural, o antropogénico (generado por la presencia del hombre). La recuperación, pasado un trastorno intenso que altera el entorno físico, es más lenta que cuando el disturbio daña o mata pedazos de coral, por lo que las dinámicas en las variaciones de las abundancias relativas en las comunidades de coral pueden entenderse a través de los tipos y la escala del problema y en los procesos que ocurren después.
Comparables con las selvas en los continentes, los arrecifes de coral son ecosistemas que han sido el motor de trabajo para muchas investigaciones del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (Cicese), en la frontera norte de México, como es el caso de Constanza Genoveva Moreno Viñals, quien defendió su tesis de variación espacio temporal de las comunidades coralinas del Pacífico mexicano.
En este trabajo, abordó la biodiversidad como un indicador del funcionamiento del ecosistema, dado que la riqueza de especies es sensible a las condiciones físicas, la heterogeneidad del hábitat y otros factores basados en interacciones bióticas, dinámicas y cambiantes; estos factores contribuyeron en la determinación de las variaciones en espacio y tiempo de las comunidades coralinas de 18 localidades ubicadas en las costas del Pacífico mexicano. La información que utilizó fue obtenida a partir de muestreos realizados entre 1998 y 2011.
Moreno Viñals y su equipo evaluó los cambios en la composición de especies de coral a nivel local, y la contribución relativa (abundancia en porcentaje) de cada una de las coberturas coralinas en 18 sitios entre eventos de muestreo.
También valoraron los cambios en la cobertura coralina total (porcentaje) y nueve índices de diversidad, utilizados comúnmente para fines de monitoreo, con el objetivo de evaluar su efectividad en la detección y cuantificación temprana de perturbaciones o disturbios. La hipótesis que probaron en esta investigación fue la siguiente: en ambientes estables, no habrá diferencias significativas en ninguno de los índices de diversidad; en cambio, en los ambientes con disturbio leve o moderado, habrá diferencias entre eventos de muestreo para estos descriptores de la comunidad.
Como medidas preventivas en la conservación, el equipo de investigadores propone que deben prohibirse cambios en el uso de suelo que promuevan la deforestación; controlar las actividades de buceo y pesca, considerando la capacidad del sistema en cualquier plan de manejo, para lo cual es indispensable continuar con el monitoreo e investigación. Por otro lado, se prevé que la frecuencia de anomalías de la temperatura aumente en la mayoría de los océanos tropicales, lo cual puede aumentar la susceptibilidad de los corales y la ocurrencia de enfermedades en ellos.
En conclusión, las comunidades coralinas del pacífico mexicano analizadas en este estudio no presentan cambios de fase y, aunque despacio, son capaces de reponerse a disturbios locales. Además, la región del Pacífico tropical recibe influencia de las corrientes de California y las norecuatoriales que dispersan larvas en direcciones norte y sur. Sin embargo, es importante monitorear las amenazas reportadas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), para cada área marina prioritaria, con el fin de su conservación, ya que pueden convertirse en disturbios agudos de baja intensidad, que pongan en riesgo la permanencia de las comunidades coralinas.
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