El Congreso de la Unión legisla, o lo intenta, bajo custodia policíaca, con las tribunas tomadas y el acoso de grupos radicales. Es un espectáculo que ofrece México de retraso político e ínfima civilidad. Tras un largo proceso fue aprobada la reforma energética, pero no es para sentirnos orgullosos, vistos los jaloneos partidistas.
Andrés Manuel López Obrador intentó vestirse de héroe, creyéndose adalid del petróleo. Pero quedó muy lejos de ser el Lázaro Cárdenas de estos tiempos.
Cierto que el «Peje» impidió el albazo petrolero al tomar sus huestes la tribuna del Senado, lo cual dio lugar a un prolongado debate de tres meses en la propia Cámara Alta.
Sin embargo, el tabasqueño fracasó en su intento de impedir la legislación en su última etapa. Incluso recibe el desdén de una mayoría de militantes de su partido.
Concluidos los siete dictámenes de la reforma en comisiones senatoriales, López Obrador creyó advertir agujeros en los mismos. Afirmó que cuando Pemex otorgue contratos, tal equivaldrá a ceder «pedazos» de territorio nacional.
Ese fue el principal punto de discusión, la supuesta «lotificación del Golfo de México» para entrega de «predios» a empresas extranjeras, según el perredista Jaime Cárdenas. Y a Carlos Payán Velver le extrañó la prisa por aprobar la reforma, sin discusión en ambas cámaras.
Con ese criterio, el «Peje» organizó una marcha al Senado y sus seguidores, alrededor de 4 mil, impidieron que se legislara en la casona de la calle de Xicoténcatl. Eso obligó a trasladar la sesión al recinto alterno, en la «Torre Caballito», a donde también llegaron los manifestantes del sol azteca.
En ambos lugares hubo resguardos de miles de policías, de la Federal Preventiva y del Distrito Federal, bajo la conducción del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
En esas condiciones de presión resultó imposible efectuar un debate normal e incluso hubo conato de bronca cuando el senador de Convergencia, Dante Delgado, cuestionó la presencia de García Luna a un lado de los legisladores.
La historia se repitió en San Lázaro, a donde llegó Genaro García desde el lunes pasado para establecer el cerco policíaco y ofrecer el espectáculo de legislar con la fuerza pública a corta distancia.
Al día siguiente arribó López Obrador y, en razón a un acuerdo previo, se le permitió exponer sus argumentos en un salón de la Cámara con diputados encargados de revisar los dictámenes. Abundó sobre los «hoyos» de la reforma.
Dentro del recinto parlamentario, 30 diputados del Frente Amplio Progresista (FAP) treparon a la tribuna con la idea de frustrar la sesión, pero la mesa directiva se instaló en la parte baja y desde ahí dirigió la sesión el presidente de la misma, César Duarte.
Sin discusiones de fondo, los primeros seis dictámenes fueron aprobados por apabullante mayoría de más de 400 votos en cada caso por sesenta y tantos del FAP, que cuestionó la presunta lotificación del Golfo de México.
Los perredistas se ufanaron e impidieron la llegada de trasnacionales a construir refinerías, sistemas de almacenamiento y ductos, según la iniciativa enviada por el Presidente Felipe Calderón al Senado.
Ahora, López Obrador amenaza escandalizar frente a Los Pinos cuando el primer mandatario promulgue la controvertida ley. También proyecta mítines en oficinas de empresas trasnacionales, advirtiéndolas de que él y su gente no les permitirán trabajar en territorio nacional.
Insiste el tabasqueño en ser héroe de la película, pese a que sus seguidores le dan la espalda, entre otros el bando de Nueva Izquierda y militantes tradicionales del PRD como Pablo Gómez y el coordinador perredista en el Senado, Carlos Navarrete.
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Desde que usas «el Peje» para denostar se entiende que eres pro-sistema y buscas atacar a quienes luchan por un mejor sistema político para nuestro país.
o0la pz am ami no me gusto nada de eso es mas se me ase de nert osea porfavor pongan algo que si valga la pena ok bueno adios…