Comunitarias

Inteligencias estructuradas

Caligrafía por los animales. (Díptico) Pluma sobre marquilla, 12.4 x 64.0 centímetros.

Caligrafía por los animales. (Díptico) Pluma sobre marquilla, 12.4 x 64.0 centímetros.

Ellos nacen, viven y reproducen sus semejantes en especies. Más por lucimiento que por comprensión los dividimos en: reino, subreino, filum, subfilum, superclase, clase, subclase, infraclase, cohorte, superorden, orden, suborden, infraorden, superfamilia, familia, subfamilia, tribu, subtribu, género, subgénero, especie, subespecie.

Para algunos destacamos en su nombre las cualidades: ratonero, quebrantahuesos, perezoso, carpintero, aullador, papamoscas; otros, sujetos al valor y beneficios culturales los mantenemos cercanos: gatos, perros, vacas, caballos, gallinas, patos, cerdos, palomas, chivos, cabras; algunos más cercanos a la vida diaria y nuestro descuido, pagan por la repulsión con sus vidas el descuido y suciedad humanas: ratones, ratas, moscas, mosquitos, cucarachas, chinches, pulgas; para llorar con su cercana extinción aquellas formas que el pasado encumbrara por su cercanía con los dioses: el teporingo o zacatuche, el águila, el colibrí, el curioso itzcuintli, el tzentzontle, las hormiga, el exótico axolotl, el jaguar, el quetzal, el ibis, las mariposas…

Resulta refrescante el trino enjaulado de gorriones, calandrias, canarios, cardenales, periquitos, loros; en tanto abominamos la cercanía de otras formas por sus implicaciones psicológicas: arañas, ciempiés, azotadores, lombrices, alacranes… A otros los consideramos francamente inútiles: el caracol, la chinche de agua, las babosas. Por su apariencia tierna en las réplicas del peluche “adoramos” al tigre, oso, koala, los changuitos, los pingüinos y a un “lindo” conejo…

Metemos en el mismo bolso a: murciélagos y vampiros; cocodrilos, caimanes y lagartos; ballenas, cachalotes y rorcuales; búhos y lechuzas; víboras, culebras y serpientes; ranas y sapos; camellos y dromedarios; chapulines y langostas; pulpos y calamares; cuervos, zanates y urracas. Nos asquean los hábitos alimenticios del buitre, del cóndor, marabúes, escarabajos, moscas…

A las faltas del prójimo bautizamos con el nombre de ellos: hiena, chacal, desmán, zopilote, topo, cuervo, rata almizclera, gacela, termita, mantis, ostra, tlaconete…

Y sólo por su aplicación en la dieta humana aceptamos la presencia grotesca de cangrejos, tortugas, iguanas…

Si no aparecerán en las fábulas, otro sería el destino de lobos, zorros, orugas, cigarras, sin recordar el trágico fin del narval cornada manifestación marina para adulterar las propiedades del mítico unicornio, del elefante, del rinoceronte, morsa. Lejos de nuestra encumbrada visión quedan la foca, la nutria, el manatí y el dugong, oryx, mantarraya, el aye-aye, el desmán, somormujo, alpaca y llama, canguro, asno, mono araña, alciones, león marino, grulla, garceta, hipopótamo, ardilla, bisonte, puerco espín, jirafa, tatuejo/armadillo, pangolín, albatros, pelicanos, tapir, halcones…

Y por significar un galardón cultural, consumamos la muerte de leones, elefantes, berrendos…

¿Quién llora la pérdida del dodo, del chochín, del bisonte o la decadencia de lémures, del demonio de Tasmania, del lobo marsupial, del pájaro bobo, de los arenques, de la ballena azul, de la vaquita marina…?

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