Otoño
Derivación del nombre del dios egipcio Itemu, símbolo del sol que se oculta en la tierra. Itemu es “el que existe por sí mismo”. Itemu en egipcio transformado por los griegos en Atum —dedicado a la tercera división del año— establece el momento en el que la vida llega a su plenitud.
Viento impetuoso sobre las copas doradas, ocres, naranjas, abate en sopor la explosión de la vitalidad, arrastra la hojarasca, penetra la madriguera, orea, desmelena la vida acumulada en las múltiples estructuras. Rito instintivo y ululante, responso a medias y augurio esperanzador entonado desde los veneros desconocidos. La gama colorida en réplicas de fuego invita a la molicie sobre el verdor envejecido, senescente, careta almagrada.
Invierno
Deviene de hibernum que en un amplio giro lingüístico desciende del griego hiems. La palabra invierno deriva del español antiguo ivierno y éste del latín vulgar hibernum, del latín tempus hibernum, tiempo invernal. La palabra invierno viene del latín hibernus y éste de hiems, literalmente, “la estación del invierno”. El hibernus derivó en el calificativo hibernal, lo que es “relativo al invierno”. Compuesto por el prefijo “in”, oposición de vernus, realtivo al verdor o verdad (primavera). Al parecer, en la lengua griega corresponde al vocablo en español “nieve”.
Gris plomo, gris denso por fondo para el gris tenue, blanquecino: azul agrisado, gris tachonado de agua-nieve, gris abrumador, pesado, lento, sin sosiego. Gris helado descendido de la cumbre, voces grises opacadas con el blando gris en rededor del árbol. El gris crujiente encubre la promesa, gris nevado, desarraigador, claudicación en gama de grises turbulentos o entre el gris exánime de la espera, es tálamo granítico/gris en pausa. Trinos y rugir yacentes en la belleza transitoria matizada en plomos de una atmosfera abrillantada por el hielo cupular.
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