En calles, jardines, parques y camellones, los árboles se erigen como casas vivientes. Además de proveer de oxígeno con su follaje, son estructuras fuertes que prestan habitación a aves, ardillas, insectos, líquenes y plantas parásitas, así como a un sinnúmero de bacterias, hongos y virus, informó la UNAM.
Esto debido a que representan un recurso importante de desarrollo social, cultural, económico y científico al estar presentes en todos los momentos de la vida de las personas. Proveen fuego, techo, descanso, recreación, protección, y contribuyen a mejorar el aire que respiramos.
Al no respetarlos ni cuidarlos acabamos con especies introducidas provenientes de distintas regiones del mundo, como eucaliptos, truenos, casuarinas, pirul y jacarandas, y con otras representativas de la flora del país, indicó Alfonso Delgado Salinas, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Al sembrarse en el Distrito Federal y en otras ciudades, no se consideran los espacios que necesitarán por su estructura aérea y subterránea. Tampoco hay programas para brindarles mantenimiento, cuidarlos y abonarlos.
Lo anterior deriva en que, con el paso del tiempo, sus raíces rompan el pavimento y las ramas obstruyen el cableado, lo que provoca su poda o destrucción total por el peligro que representan. “En realidad, hacemos poco por ellos”, reconoció.
Explicó esto en relación a la conmemoración del Día Internacional del Árbol, que se conmemora este 10 de julio, y añadió que “aquí están enfermos, mal podados y alimentados. No los protegemos ni existe preocupación por preservarlos. Sólo recibimos los beneficios ambientales y la protección que ofrecen, sin preocuparnos por vigilar su salud o sembrarlos en espacios adecuados”.
Antes de plantarlos, recomendó, es indispensable informarse de las especies más adecuadas para la zona en que residimos e interesarnos en su bienestar. Requieren espacio para que sus troncos y ramas crezcan sin restricciones, así como sus raíces, que no sólo los anclan al suelo, sino que buscan agua y nutrientes.
El creador de la página electrónica Los árboles de la UNAM, en conjunto con Lawrence M. Kelly, del Jardín Botánico de Nueva York, Estados Unidos, indicó que al crecer y convertirse en una amenaza, son podados sin conocimiento de la técnica y sus ramas son destrozadas. “Entre más podas mal hechas se les aplican, brotan más ramas jóvenes, y con ello aumenta la probabilidad de que en tormentas fuertes se vengan abajo”.
Sin agua, sin abono y destrozados, estas estructuras arquitectónicas vivas comienzan a ser un adefesio y tarde o temprano se convierten en un riego; por ello es necesaria la planeación, subrayó.
En la ciudad sólo se siembran truenos, eucaliptos y fresnos, porque no se desea experimentar con otras especies, lo que “nos hace ir en contra de nuestra tradición y cultura botánica ancestral”.
En las calles podrían plantarse algunos que, además de cumplir con una función de ornato, proporcionen frutos. “En su trayecto, los transeúntes podrían alcanzar una manzana, un tejocote, capulines, mandarinas, naranjas o nueces”, enfatizó.
En el portal http://www.arboles.org/index.html se muestran imágenes de más de 40 especies. Además de listarlas por su nombre científico y común, permite la búsqueda por tipo de hoja, arreglo, color de la flor y/o fruto.
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