LOS 15 MINUTOS DE FAMA DE UN CHEF
Una vez probando las mieles de la fama a muchos se les olvidan a qué sabían los frijoles de la abuela.
Parte de romper los mitos del glamour gastronómico consiste en aterrizar la mente soñadora de muchos jóvenes y entusiastas cocineros.
No es que esté en contra de la televisión, al contrario considero que es un excelente medio para la difusión, el conocimiento y la preservación de las tradiciones culinarias. Pero en lo que sí estoy en contra es ese deslumbramiento que ocasionan los reflectores y el abuso desmedido de la mercadotecnia.
No veo a mal que como todo, cada quien en ese panorama quiera jalar agua para su molino, aunque en la mayoría de los casos caemos en excesos de encumbrar a los cocineros en falsas eminencias.
Hartos son los ejemplos que podría mencionar de cocineros que por el simple hecho de tener un espacio al aire son producto de las escuelas para seminarios, así como para impartir cursos, e inclusive formar parte de la plantilla docente en niveles directivos, de esta manera las escuelas se venden con la clásica frase “pásele, pásele, justo como lo vio en televisión”.
Grados de nepotismo de la imagen estereotipada que resulta en la enorme decepción. Sus grandes nombres en la mayoría de los casos no terminan de abarcar lo que es la realidad y sus enormes deficiencias (después de todo son humanos) las cubren a través de la descalificación, la humillación y en el último de los casos llegan a los gritos e insultos.
Su común denominador es que cuando forman equipos de trabajo ya sea entre colegas cocineros y alumnos va en la manera de acuerdo al resultado obtenido del evento. Si existen los aplausos el crédito en inmediato es acaparado por el chef estrella, más si por el contrario el resultado es adverso una lluvia de culpas y deslindes termina por repartir, alejando su nombre de dicha fallida empresa.
En más de una ocasión llegué a escuchar de dichas estrellas sobre lo grandioso que son en la televisión y después de charlar con sus subalternos, de la terrible forma de tratarlos y desprestigiarlos la mayor parte del tiempo.
Si algo he aprendido de este santo oficio es el terrible vicio del egocentrismo y que un círculo ya formado de caras reconocidas que aparecen en programas de televisión, certámenes, simposios, revistas, libros y todo lo que el marketing exija. Sea que difícilmente permitan que a su reducido número de estrellas alguien les robe luminosidad o peor aún que les hagan sombra. Aun así habrá quien después de todo anhelara con ser la imagen del siguiente segmento de cocina.
Comentarios Cerrados