“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos,
y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He.4:12).
Durante agosto el pueblo cristiano evangélico celebra el mes de la Biblia con diversas actividades. En razón de ello, hoy compartiré con usted una sencilla reflexión acerca de lo dicho por el escritor sagrado en este versículo 12 de Hebreos 4.
La Palabra es viva porque su origen está en Dios que es vida. La vida es el atributo por el cual Dios es sustancialmente activo de manera inmanente y trascendente, constante e ilimitada. De ahí que su Palabra responde a la esencia misma de su divinidad. Por tanto, su Palabra no puede morir ni perder su eficacia jamás. Es dinámica y trascendente de manera constante e ilimitada. Con cuánta razón dice el profeta Isaías: “Sécase la hierba, marchítase la flor; más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Is.40:8).
Afirmar que la Palabra es eficaz significa que cumple invariablemente los propósitos de Dios y alcanza los resultados que Dios determinó. A este respecto Isaías dijo: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Is.55:10-11).
Evidencias de lo expresado en Hebreos 4:12 las encontramos en la misma Escritura. Y dijo Dios: “Sea la luz; y fue la luz”. “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierva que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así” (Gn.1:3, 11).
El Señor Jesucristo, palabra encarnada de Dios, autentica la eficacia de la Palabra divina. Cuando fue a una higuera y no halló en ella fruto, sino hojas solamente; le dijo: “Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera” (Mt.21:19). A un leproso, le dijo: “Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” (Mr.1:41-42). A Lázaro, después de cuatro días de muerto, le dijo: “¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió…” (Jn.11:43-44).
De esta manera la misma Palabra confirma lo dicho por el escritor sagrado: la palabra de Dios es viva y eficaz.
Cuando el escritor sostiene que la palabra de Dios también “es como espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”; está reafirmando su poder penetrante y transformador en la vida del hombre; su mente, corazón y voluntad son impactados por el poder de Dios hasta llevarle a reconocer su condición de pecador y su necesidad de un Salvador.
Las personas, familias y ciudades convertidas en tiempos del Señor Jesucristo y los millones de convertidos a Él hasta nuestros días, confirman que su Palabra es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.
Estimado lector: Confirma personalmente la eficacia de la Palabra. Estudia tu Biblia y serás sabio, créela y serás salvo, vívela y serás santo. ¡Deja que Dios transforme tu vida por medio de su Palabra!
Si necesitas un plan de lectura o consejería bíblica, visítanos. Será una bendición atenderte.
¡Dios te bendiga!
* Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org
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