El pasado 28 de mayo, en la instalación del Consejo Nacional de Protección Civil, presidido por el titular del poder ejecutivo, Enrique Peña Nieto, el secretario de Gobernación y secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Protección Civil, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo:
“Nuestro país se ubica en una región intertropical que nos coloca en la ruta de los huracanes que se producen en los dos océanos que nos rodean.
“El Cambio Climático ha trastocado los ciclos naturales y, por ello, se presentan eventos atípicos. La región del Sureste de la República, principalmente en los Estados de Tabasco, Chiapas y Veracruz, enfrentan año con año los estragos de tormentas y lluvias torrenciales”. Desde luego, de la mayor consideración encontrar, de nueva cuenta, ante semejantes acontecimientos, al Cambio Climático como una de las causas.
Sí, eventos atípicos. Tuvo y tiene razón Osorio Chong; la atipicidad llegó al extremo en esta ocasión: dos fenómenos hidrometeorológicos, Ingrid, en el Golfo de México, y Manuel, en el Océano Pacífico, se presentaron en forma simultánea, provocando daños de la mayor severidad en las vertientes oriental y occidental de nuestro país. Daños que llegaron más allá de los estados costeros hasta afectar entidades centrales.
“Somos vulnerables a riesgos de nuestro propio desarrollo por falta de planeación y de control”, afirma el secretario de Gobernación. Los hechos confirman sus palabras. Población de Tabasco a Tamaulipas; de Chiapas a Sinaloa y Baja California Sur; de Puebla, Morelos, Hidalgo, Nuevo León, Coahuila, es víctima de las contingencias y de esa falta de planeación y control, responsabilidad de autoridades de los tres órdenes gobierno, pero también de la sociedad civil y sus organizaciones. La cuestión, cabe insistir, es de Estado. No sólo de gobierno.
Por esto son apreciables las palabras, en la ceremonia referida, de Roberto Delgado Gallart, presidente del Consejo Directivo del Centro Nacional de Apoyo para Contingencias Epidemiológicas y Desastres, Asociación Civil, quien a nombre de la sociedad civil y de empresarios manifestó:
“No sólo debemos actuar en el momento del desastre, debemos de pensar en el antes y en el después; en la prevención como en la reconstrucción del espacio físico, del tejido social, incluyendo la economía local que muchas veces es donde poco se trabaja de manera organizada y, muy probablemente, donde más se requiere después de los desastres”. Teniendo presente, además “que los desastres normalmente vienen acompañados de problemas epidemiológicos”.
Y vaya trabajo que espera a unos y otros en las tareas de reconstrucción de los espacios físicos y de la organización social de las comunidades afectadas, a las que desde ahora, como bien ha señalado el Presidente Enrique Peña Nieto en el lugar mismo de los trágicos hechos, en el marco del Consejo Nacional de Protección Civil, se les ha estado atendiendo. La coordinación entre gobiernos locales y el federal, a través de dependencias y entidades, en la primera línea de acción, las Secretarías de Gobernación, de la Defensa Nacional (Plan DNIII), de Marina (Plan Marina), de Comunicaciones y Transportes, la Comisión del Agua, ha sido puntual como puntual ha sido la participación de la sociedad civil y sus instituciones, entre ellas, en forma destacada, la Cruz Roja.
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