ANTE LA CRECIENTE corrupción que existe en la Setravi, encontramos en las páginas del diario Novedades (periódico que dejó de salir hace algunos años), edición del 12 de marzo de 1998, consultado en la Hemeroteca de la UNAM, una información del entonces dirigente del PRD capitalino, Armando Quintero Martínez, quien insistía en reformar la Ley del Transporte en el DF “para acabar con la plaga de los Dantes”, inspectores del autotransporte.
QUINTERO, QUIEN ahora se desempeña como secretario de Transporte y Vialidad del gobierno capitalino, en esa fecha, afirmaba que “por la ciudad circulaban microbuses y taxis sin placas oficiales para el servicio público”. Estos vehículos también circulaban al amparo de un juzgado.
PERO LO MAS importante de esa información de antaño es que el funcionario calificaba a los Dantes como una “plaga” que había que desterrar porque “al amparo de una credencial, sólo se dedican a atracar a los concesionarios del transporte público”.
DON ARMANDO no se imaginaba que, años después, llegaría a secretario de Transporte y Vialidad, donde le dio trabajo a su cuate Jesús Terrón, primero como jefe de Seguridad en la Asamblea Legislativa y después como jefe de los Dantes, esos inspectores que Quintero no quería y que “sólo se dedican a atracar a los concesionarios del transporte público”.
NO AGUANTO POR mucho tiempo a Terrón, quien, además de controlar a los Dantes (más de 200 inspectores), continuó con su afición al baile del danzón en salones que todavía quedan en la Ciudad de México y en un deportivo, allá por el norte de la capital, donde alcanzó el nombramiento popular de “campeón del danzón” y algunos directores de orquesta le dedicaron danzones, lo que hizo que su ego creciera a tal grado que integró a un grupo de bailarines con traje de pachuco.
LE DIO TANTA importancia a su afición al baile que dejó libres a los Dantes, quienes se dedicaron a aumentar sus exigencias en las extorsiones a los choferes y dueños de los taxis, además de permitir la circulación de los “piratas” que, por cierto, tuvieron que emigrar del primer cuadro de la ciudad a las zonas altas de las delegaciones Tlalpan, Alvaro Obregón, Cuajimalpa y Contreras.
TERRON TUVO que “renunciar por motivos de salud”, según se informó en la Setravi, pero a unos cuantos días de su salida, el “campeón del danzón” reapareció más sonriente y feliz, lo que dejó en claro que su renuncia fue obligada.
OTRO CASO DE la corrupción en la Setravi (cuando se llamaba Autotransporte Urbano) es el del exinspector Francisco Robles Valle, quien también en el mismo año se atrevió a denunciar por corruptos a Gerardo López Saldívar, José María Trinidad Paulín y Homero Argüello, quienes obligaban a los Dantes a entregar cuotas de 100 a 200 pesos diarios y, en esa época, había 350 Dantes legales, más 250 individuos que tenían credenciales falsas, pero todos salían a extorsionar a los taxistas y choferes de micros.
LA DENUNCIA no fue atendida por las autoridades, empezando por el titular de la Dirección de Autotransporte Urbano del DF, y lo obligaron a trabajar más que todos los inspectores y después le inventaron una queja para suspenderlo en su empleo; sufrió amenazas que lo obligaron a cambiarse de domicilio y salir de la ciudad.
AHORA ESAS personas que fueron denunciadas por Francisco Robles regresan “al servicio” en la Setravi y, casualmente, eran de los Dantes que don Armando consideraba una “plaga que sólo se dedicaba a atracar a los concesionarios”. Cosas para recordar, nada más…
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