El fracaso tiene culpables. No es el balón. El futbol profesional de México, con la selección, es una mina de oro. Después de lograr el triunfo mundial juvenil de la Sub 17 y el triunfo mundial en los juegos olímpicos, en menos de dos años exprimieron económicamente el prestigio y lo llevaron al despeñadero. Sí hay culpables: son los dueños del futbol. Son los empresarios voraces. Por su ambición desmedida, de un entrenamiento hicieron taquilla y cobraron. Sus ojos sólo ven pesos y dólares, con carteras a reventar.
Del torneo de calificación al mundial de futbol en Brasil, en la zona Concacaf, hicieron un jugoso negocio. Diez partidos de desorden. Sin conjunto. La pirámide es grande; pero son empleados, contratados. Los dueños tienen un “buró” de control absoluto, con la presidencia de la Federación Mexicana de Futbol. Hoy a cargo de Justine Campean. Lo demás, es como una cadena que arman y pueden quitar y poner. Buenos para el dinero. De todo sacan millones de dólares. Muy malos en su visión de la calidad deportiva. No les importa el prestigio.
Estados Unidos tiene unos 20 años en tomar el futbol soccer como negocio y deporte. Terminaron en primer lugar del torneo de eliminatoria. Costa Rica pasó al mundial en segundo lugar y Honduras también calificó, en tercero. Panamá, aun llora, en dos minutos finales perdió el pase a Brasil, al vencer Estados Unidos con 3 goles por 2. Y México perdiendo con Costa Rica, pasó al repechaje, a otro enfrentamiento con Nueva Zelanda. Otra y última oportunidad de ganar e ir a Brasil.
Sí hay culpables. Son los dueños. La selección mexicana es la única en tener dos mercados taquilleros, el de aquí y el de Estado Unidos, de este último han explotado y timado la efusividad de mexicanos, o hijos jóvenes de nacionales, que viven en aquel país. Suman millones. Lo dicho, y repito, son voraces.
El futbol es recreativo y millones de mexicanos lo siguen, lo disfrutan. Mundialmente es una industria de ganancias. En Europa son corporativos, de grandísimas inversiones y generadores de utilidades y de enormes cadenas de empleos, directos e indirectos. En América también es el mismo fenómeno, quizás con menos inversiones.
México es parte de ese escenario de economía. No ir al mundial será tristeza y enojo de multitudes. A la tragedia se agregará un boquetazo en la economía. De por sí sostenida con alfileres. Miles de empresas dejarán de vender. Líneas áreas, agencias de viajes, ropa, bancos. Millones de empleados disminuirán sus ingresos. Si hay culpables. Están matando la gallina de los huevos de oro.
Comentarios Cerrados