General

Espectaculares estresantes

Ernesto Mojica

“Una fábrica de sueños, de inventos maravillosos, que nosotros creamos en nuestro interior y que ella materializa en el exterior”, así describe el escritor español, Fernando Savater, a la publicidad. Pero en la Ciudad de México ¿solamente es así?.

La publicidad exterior en la Ciudad de México es dañina para el capitalino.

La publicidad exterior en la Ciudad de México es dañina para el capitalino.

El paisaje urbano del Distrito Federal (DF), segunda ciudad más grande del planeta, es decorado todos los días con un sinnúmero de colores; algunos pensarían que es por su folclor, sin embargo, es provocado por el fenómeno publicitario y propagandístico.

Miles de empresas, instituciones, servicios, marcas, políticos, ideas y productos llenan con publicidad y propaganda a medios de comunicación, eventos, avenidas, transportes y edificios de la capital.

Las campañas publicitarias y propagandísticas se han convertido en el pan de cada día del paisaje cotidiano.

La publicidad es un medio, una forma de comunicación comercial y estratégica que ayuda a productos o servicios a posicionarse en el público.

Por su parte, la propaganda hace lo suyo influyendo en las personas para aceptar una ideología, un partido político o un representante.

Una de las ramas es la publicidad exterior, la cual se aplica en cualquier espacio público por medio de diferentes recursos que tienen contacto inmediato con la gente que circunda los alrededores.

Carteles, pantallas, vallas, rótulos, lonas, banderolas, folletos, fachadas, andamios, mobiliario urbano, ecotambores y folletos, entre otros, son algunos medios de publicidad exterior que decoran los rincones de la Ciudad de México.

Así se pueden observar las vías más importantes del DF como Periférico, Insurgentes, Reforma y Calzada de Tlalpan, por mencionar algunas; y los medios de transporte como el Sistema de Transporte Colectivo Metro y el Metrobús. Todo lleno del color de anuncios.

Patricia Arellano, publicista, explica que por el elevado número de gente que circula diariamente en la ciudad y las facilidades que antes otorgaban las leyes para usar el espacio público, la tendencia por los exteriores se hizo fuerte, aunque se ha convertido en algo perjudicial.

Como en muchas partes del DF, las cucarachas se han convertido en una plaga, igual la publicidad y propaganda en exteriores. Las herramientas utilizadas en sus campañas han invadido al grado de convertirse en elemento contaminante.

La contaminación visual deriva de un exceso de elementos que perturban la visualización de un espacio determinado y pueden llegar a dañar la salud de los habitantes de ese lugar.

A inicios de 2010, se creo la Ley de Publicidad Exterior para evitar este tipo de contaminación, sin embargo, su aplicación no fue total. A falta de sanciones, muchas empresas publicitarias no cumplieron la normatividad señalada.

En la actualidad, por las implicaciones sociales, psicológicas y ambientales que puede ocasionar negativamente, es un tema que han vuelto a abordar el Gobierno del Distrito Federal (GDF) y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del DF (Seduvi).

Por su parte, la asamblea legislativa del DF (Aldf) busca el pacto entre partidos políticos para solucionar esta problemática y controlar la contaminación visual y ambiental causada por la publicidad exterior que impacta a la capital.

El descontrol en el número de anuncios, la irregularidad en los registros y la evasión de impuestos por parte de las casas y empresas relacionadas, son algunos problemas que se han detectado en la administración y se tratan de erradicar.

Los involucrados deben apegarse al reglamento y pagar las licencias establecidas de todos los espacios públicos utilizados. Según el Catálogo Unico de Trámites y Servicios, dependiendo de la ubicación, la cuota inicial es de casi 5 mil pesos por metro cuadrado.

Además, el daño ambiental ha incrementado. Los materiales inorgánicos que se utilizan en los medios creados para anunciar, con el tiempo se convierten en un exceso de basura que ensombrece más la urbe y se vuelven peligrosos para algunos animales.

Ante esto, no hay un número exacto o un censo confiable de la cantidad de publicidad exterior que existe en el DF; respecto a los anuncios espectaculares hay aproximadamente 4 mil, aunque no es algo rotundo.

Antonio Aguilar, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien recorre diariamente la ciudad de norte a sur, comenta: “al pasar por las grandes avenidas se encuentra un sinfín de basura, producto del papel, plásticos, acrílico de muchos anuncios que son olvidados y no se recogen”.

Este exceso se contaminación visual se ha convertido en un conflicto para los capitalinos.

En muchos casos, durante temporada de lluvias y fuertes vientos, estos anuncios son un riesgo. Ejemplo de esto son los reportes de espectaculares que al no soportar el mal clima, caen, provocando accidentes.

En cuanto al impacto psicológico, la mayoría de la publicidad está diseñada para llamar la atención; sus colores, formas, slogan o animaciones tienen el propósito de que la gente, conductores y peatones, los volteen a ver y les causen una reacción.

Yolanda Rendón, catedrática de la UNAM, explica que la contaminación visual y su exceso de información hace que los individuos no procesen los datos adecuadamente e impactar de manera negativa la realidad de cada persona.

Esto, en casos extremos, causa distracción, estrés y ansiedad en la población, que en las vías de transito o en el transporte de la ciudad puede provocar accidentes automovilísticos o peatonales.

Por lo mismo, el GDF y la Seduvi, a través del Consejo de Publicidad Exterior del DF, este año decidieron reformar la Ley de Publicidad Exterior y crear la Ventanilla de Publicidad Exterior, la cual, en una primera etapa, sólo recibirá solicitudes para obtener la licencia.

Por otra parte, se ha optado por recaudar los impuestos publicitarios y generar un fondo destinado a la Línea 12 del Metro.

Así se intenta eliminar la contaminación visual que aqueja a la ciudad y, al mismo tiempo, que las empresas de publicidad se regularicen en los próximos seis meses y puedan evitar las sanciones declaradas en la nueva ley.

Si bien, la publicidad es una fábrica de sueños, de inventos maravillosos, en el exterior se debe ordenar para que no llegue a ser una plaga incontrolable de cucarachas y basura publicitaria y propagandística, también llamada contaminación visual.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.