El humano es depositario de la Naturaleza. La inteligencia distingue al humano sobre la vida animal y la flora. Igual con el cosmos. La relación humana con animales, de convivencia se muestra en los circos. ¿En México habrá campos salvajes para ver los feroces felinos o las venenosas víboras?
Solo queda verlos de lejos. Espantados, llenos de miedo los humanos. Los leones, los elefantes o los monos, en acecho ante lo extraño. Extrañas son las personas que exploran, que invaden el hábitat salvaje. ¿Los animales domesticarán a la gente para convivir?, sólo en cine de ficción como el Planeta de los Simios.
Nos sorprende y admiramos la inteligencia, la capacidad y la calidad excepcional de deportistas. Nos asombra la conquista del espacio y la travesía de los astronautas por el cosmos. Si Galileo existiera, ahora no sería torturado y sacrificado por el oscurantismo. El circo. Los circos, son el recinto donde se admira la inteligencia humana. Es la carpa segura, comiendo palomitas. Sin correr presas del miedo. Ahí se da la culminación de la convivencia pacífica y artística del humano y del animal de origen salvaje. ¿Mejorar las leyes y reglamentos para garantizar el trato y manejo humano a los animales debe hacerse?, sí. Pero no implantar el mundo inhóspito.
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