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Tierras famélicas por sobreexplotación

Dado que el suelo es un recurso limitado y está bajo presión creciente, por lo que actualmente 33 por ciento del mismo a nivel mundial se encuentra degradado, lo que no es nada bueno, si se toma en cuenta que para el año 2050 la población crecerá 33 por ciento y la demanda de alimentos aumentará 70 por ciento.

Ante esa situación, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y su Alianza Mundial por el Suelo acordaron una serie de medidas para llegar a una explotación sustentable de este recurso.

Esta es una voz de alarma porque es muy fácil perder suelo apto para la agricultura (cada año se erosionan más de 5 millones de hectáreas en el mundo), pero recuperarlo es muy lento (hasta 500 años) y, desde luego, sumamente costoso para la humanidad.

Cuando el suelo pierde esos 2.5 centímetros de tierra rica en nutrientes (limus), ya no sirve para nada. Esta pérdida de suelo es gradual, de menos a más, hasta que termina por desertificarse.

Por las pésimas técnicas agrícolas y mal uso que se le da al suelo, la pérdida de nutrientes es de 140 toneladas por hectáreas por año, lo que, a nivel global, representa más de 76 mil millones de toneladas.

De acuerdo con Naciones Unidas (ONU), actualmente la degradación de suelos ya afecta a más de mil millones de personas de 110 naciones. En caso de que gobiernos y sociedad en general no detengan la desertificación, conforme pasen los años crecerá la degradación y el número de humanos afectados.

Asimismo, destaca que “la anemia del suelo también produce anemia humana. La deficiencia de micronutrientes en los suelos se refleja en una malnutrición de micronutrientes en las personas, ya que los cultivos que crecen en estos suelos tienden a ser deficientes en los nutrientes necesarios para combatir el hambre oculta. Por lo tanto, manejar los suelos y recursos hídricos de una manera sostenible y equitativa requiere de una nueva visión política”.

MEDIDAS PARA FRENAR DEGRADACIÓN
A fines del año pasado, se acordó el Año Internacional de Suelos 2015-Año Internacional del Saneamiento 2015. Asimismo, se designó al 5 de diciembre de cada año como el Día Internacional del Suelo, aunque la FAO celebra esa fecha desde el 2012.

La Alianza Mundial por el Suelo apoyará el proceso que conducirá a la adopción de las metas de desarrollo sostenible de los suelos para contribuir al bienestar medioambiental, a través de la prevención de erosión y degradación, reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (Gei’s), mediante su función de sumidero de carbono y promoción del uso adecuado de los insumos agrícolas sin impacto para la salud del recurso y manejo de ecosistemas.

Esta Alianza contribuirá al bienestar humano y a la equidad social a través de un mejor uso y gobernanza del recurso suelo, la búsqueda de alternativas a las prácticas degradantes del suelo, mediante procesos participativos basados en experiencias locales con enfoque de género y de defensa de los derechos de los pueblos indígenas.

Los cinco pilares para alcanzar el uso sustentable del suelo son:

  1. Promoción del manejo sostenible del recurso suelo para promover su protección, conservación y productividad sostenible
  2. Fomento a la inversión, cooperación técnica, políticas, concientización, educación, capacitación y extensión sobre los suelos
  3. Promoción de la investigación y el desarrollo edafológico focalizado y centrado en las brechas y prioridades que se hayan identificado y las sinergias con acciones relacionadas con la producción, desarrollo ambiental y social
  4. Mejoramiento de cantidad y calidad de datos e información edafológica: recolección de datos (generación), análisis, validación, presentación de informes, monitoreo y su integración con otras disciplinas
  5. Armonización de métodos, medidas e indicadores para el manejo sostenible y protección del recurso suelo.

OTRAS CONSECUENCIAS
De acuerdo con estudios de campo de la FAO, se sabe que el primer metro de suelo de arcillas de baja actividad (la mayoría de los suelos de las tierras altas de los trópicos húmedos y subhúmedos) contiene aproximadamente 185 gigatoneladas de carbono orgánico, cantidad que duplica la almacenada en la vegetación amazónica.

Con las malas prácticas y manejo del suelo no sostenibles, este carbono se libera a la atmósfera, agravando el calentamiento global vinculado a la quema de combustibles fósiles.

La liberación de tan sólo el 0.1 por ciento del carbono almacenado en los suelos de Europa equivaldría a las emisiones anuales de 100 millones de coches.

MÉXICO
México no canta malas rancheras en cuanto a erosión se refiere, pues de acuerdo con información del INEGI, 64 por ciento del territorio sufre de algún grado de esta degradación que va de mínimo a muy grave, aunque como siempre, los políticos tratan de tapas el sol con un dedo.

Hasta donde se sabe, cada año se desertifican alrededor de 450 mil hectáreas. Algunos estudios de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat) aseguran que cada año se pierden mil millones de toneladas de limus.

Por otra parte, Lourdes Adriana López Moreno, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en su conferencia: Necesidades de legislación y gestión de recursos para el Manejo Sustentable de Tierras para enfrentar la Desertificación y la Degradación, aseguró: «El costo de no actuar contra la degradación de las tierras en México nos cuesta alrededor de 7.4 por ciento del PIB (unos 800,000 millones de pesos anuales).

Retos del Sector Agropecuario para aplicar medidas de Manejo Sustentable de Tierras para la adaptación al Cambio Climático, conferencia de Jaime Segura Lazcano, director general de Producción Rural Sustentable en Zonas Prioritarias de la SAGARPA, quien comentó que el 42.04 por ciento del territorio nacional está afectado por algún nivel de pérdida de suelo ocasionada por el agua y el 89 por ciento del territorio nacional presenta pérdidas de suelo ocasionado por el viento.

En su conferencia Medidas de adaptación al Cambio Climático, en Tierras y Suelos de México, Helena Cotler Avalos, directora de Manejo Integral de Cuencas Hídricas del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, asentó: «Hasta 2011 el 28.7 por ciento del territorio había perdido sus ecosistemas naturales y el restante 71.3 por ciento los mantenía con diferentes grados de conservación. El cambio climático puede incrementar el potencial de erosión, reduciendo la productividad agrícola de 10 a 20 por ciento.

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