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Con el Fogón a Punto

CONOCIMIENTO Y BUEN COMER PUEDEN CONCILIAR DIFERENCIAS

* Sentados alrededor de una mesa podríamos entender que el mundo es más llevadero.

Al calor de lo que conmovió al mundo occidental con una nueva guerra radical entre Francia y el fanatismo islámico y entre la defensa de la libertad de expresión no importando que ésta sea grosera y burda, carente de todo respeto a su contraparte.

El islamismo siempre ha sido un motivo de terror, ya que es la única religión que ha sido capaz de poner en jaque toda la base ideológica del mundo occidental. Es decir, de la misma manera que la iglesia católica, a través de la “Santa Inquisición”, convirtió, torturó y asesinó a paganos, musulmanes, judíos, creyentes del dios Huitzilopochtli y cualquier otro profesante a lo largo y ancho de donde la mano del cristianismo colonizara y dominar.

Por su parte, el islamismo, que vio su esplendor cuando la Europa se encontraba sumergida en el oscurantismo y vio nacer el primer acto de fundamentalismo religioso cobijado bajo la cruz, que inició una serie de guerras absurdas por el control de la tierra prometida del señor y la expulsión, tanto de moros como judíos, de la Iberia y el fortalecimiento de las monarquías católicas y santas.

Sin embargo, durante el tiempo de los califatos y dominio del Islam, importantes centros de cultura y ciencia prevalecieron volviendo a traer luz a un mundo de bárbaros, a ellos en gran medida les debemos, y muy en particular España, sus raíces culinarias como llevado a la Península Ibérica la riqueza de las especias, arroz y el tan apreciado azafrán.

No dejemos de lado una gran propagación de frutas, como granadas, almendras, albaricoques y cítricos; también es el caso de la caña de azúcar, dátiles y café.

Nos obsequiaron el secreto de las bebidas espirituosas. El agua de la vida o eau de vie lo debemos a la ingeniería árabe del alambique para la obtención del alcohol.

La leche quemada, flanes, mazapanes, dulces árabes, gomitas, pasta filo e, inclusive, las técnicas precursoras para la elaboración del croissant francés, van muy de la mano del genio e inventiva árabe en tiempos cuando existió la cofradía en torno a la mesa. Si aquel tiempo de la época dorada poco antes de que existiera el terrorismo occidental que ha legado sus enseñanzas de intolerancia a grupos de radicales nacionalistas y de extrema derecha, como es el caso de los neonazis, y que, a diferencia de Francia que clama la muerte de dos periodistas irreverentes, cobijados bajo el manto de la libertad. Ángela Merkel, sociedad y gobierno marchan de la mano para pedir cese a actos de intolerancia y xenofobia en Alemania.

Terribles cosas pasan a la sombra de lo que no le interesa a las potencias. Atrás quedaron las miradas del mundo de los 42 de Ayotzinapa y muy relegado ha quedado la crisis humanitaria desatada por el ébola en África, centro de auténticos genocidios en Costa de Marfil, con tal de obtener rituales de protección contra el terrible virus, el verdadero campo de batalla entre fundamentalistas radicales y etnias que profesan diversas creencias.

Así, mientras el Eliseo ha enviado su colosal portaviones “Charles de Gaulle” a costas iraquíes para enfrascarse en una guerra contra ellos, atrás ha dejado su cultura diplomática y de mediación atrincherándose en sentimientos de cerrazón.

Es por eso que en estos momentos también se vale abanderarse con frases como Je ne suis Charlie. Creo en la libertad y la libertad tiene su fundamento en la cultura del respeto al prójimo, sea cual fuere su raza o credo.

Acerca de Alfredo Álvarez

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