Notas

El Onceavo Festival de Monólogos (El teatro a una sola voz)

Lucina Jiménez H.
y Ricardo Chávez,
Colaboradores especiales

En los días últimos del mes de julio y primeros de agosto del presente año, se llevó a cabo el cierre del Onceavo Festival de Monólogos “Teatro a una sola voz”, en algunas salas de teatros del Centro Cultural del Bosque y otros de esta ciudad capital.

Después de haberse presentado en otras salas de teatro de algunas entidades del país, auspiciados por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Instituto de Bellas Artes, junto a otras instituciones de la cultura de algunos estados y universidades.

En estas representaciones, realizadas en el Centro Cultural del Bosque, por sus contenidos, reflejaron la destreza de los actores y la fuerza actoral que genera el monólogo como expresión teatral, pues en sí sus contenidos, en el caso de los monólogos, caracterizados por los actores nacionales e invitados internacionales, tuvieron como corolario, los temas de los textos sustraídos de la realidad de los hechos sucedidos en el país en estas últimas décadas, donde se pone a flor de piel, la discriminación hacia la mujer a través de la misoginia, inseguridad ante la desaparición forzada, trata de personas y marginación de los sectores más vulnerables, así como los caminos que nos llevan al conocimiento para buscar la verdad e importancia para el quehacer teatral del monólogo, apoyarse en las historias de vida muy marcadas en la memoria colectiva de nuestra sociedad.

En este Onceavo Festival del Monólogo y el teatro a una sola voz se confirma que el teatro debiera ser puro y simple y donde el monólogo siga siendo un punto de apoyo para el quehacer teatral y su divulgación, arrancando pedazos de las historias de vida que, de hecho, dejan plasmadas en la conciencia del espectador, elementos profundos para la reflexión.

En cuanto a los espacios de los centros promotores de la cultura nos dejan una inquietud: todavía hace falta mucho quehacer por divulgar y consolidar los proyectos culturales y que el Estado debe invertir más para que esto suceda, ya que existe en estos centros promotores de la cultura, la limitante del cobro de inscripciones y cursos, aun cuando se maneja como principio educativo, la gratuidad de la educación que se imparte por el Estado: ¡Ojalá, Dios te oiga!…

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