Opinión

Legislativa ambiental

En el foro Impacto del Cambio Climático en el sector rural, organizado por la Comisión de Desarrollo Rural, presidida por el diputado Javier Usabiaga, y al cual me he referido en mis últimas entregas, uno de los ponentes llamó a promover reducción, reúso, reciclado de los bienes de la Tierra que ocupamos, como mejores formas de ser y hacer. También convocó a reeducar, a fin de adquirir esas nuevas formas de comportamiento. Nuevas en tanto no han sido asumidas como modelo en la comunidad universal actual. Aunque se hubieran intentado antes.

Sí. Ha habido hombres, líderes, gobernantes, convencidos de la necesidad de preservar el Medio Ambiente; de sostener una relación “amigable” con la Naturaleza.

Recordemos “la carta del indio Seattle”, jefe de la tribu swamish, espléndida. Fue respuesta, a mediados del siglo XIX, a un presidente norteamericano que ofreció comprar sus tierras:
“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan de su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia”.

Reducción, reúso, reciclado, reeducación. Palabras en cuya construcción se aplica el prefijo “re”, cuyo significado, entre otros, es repetición, intensificación. A estas palabras agregaría otras, referibles a la materia ambiental: reubicar, reconstruir, revisar. Háganse ejercicios para encontrar otras aplicaciones en semejante propósito.

Reubicar, pienso, asentamientos humanos, instalaciones fabriles, explotaciones agroindustriales. Hemos visto, por ejemplo, el efecto de desarrollos urbanísticos, rurales, industriales, cuando la acción agrede al entorno.

El Valle de Uxpanapa se localiza en el sur de Veracruz. Allí había una zona selvática. En los años 70 se destruyó para establecer centros de población para albergar a comunidades indígenas desalojadas de los terrenos donde se construyó la presa “Cerro de Oro”, en Oaxaca. La tala de árboles fue para preparar áreas destinadas a la agricultura y la ganadería. La experiencia resultó fallida. La capa vegetal, necesaria para las actividades agropecuarias, no tenía el espesor que las permitiera. Lo que sí ocurrió, fue que se modificaron, para mal, las condiciones ambientales en la región.

¿Cuánto de esto hay en la fundación de centros de población, en la ampliación de la frontera agrícola, en el establecimiento de zonas industriales, de explotaciones mineras?

Revise, lector amable, el conocimiento, la información que tenga de estos casos, y de aquellos de los cuales es testigo, acaso protagonista, y decida qué, cuánto, cómo, pueden hacer usted y los miembros de su comunidad a favor de una relación amable con el Medio Ambiente. Nos va en ello uno de los componentes fundamentales del bienestar de las familias de ahora y, más, de las de mañana.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.