De acuerdo al Orbital Debris Program de la NASA, más de 21,000 fragmentos mayores de 10 cm rondan los cielos del Planeta y es tal su cantidad que ya son vigilados por las agencias espaciales, por su riesgo de afectación a las misiones espaciales.
A lo anterior, se agregan fragmentos más pequeños que dejan los viajes al espacio y satélites, cuya cantidad se estima que alcanza más de 100 millones.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos tiene una base de datos sobre estos objetos en Space Track, aunque, hasta ahora, no había una archivo tan completo y en 3D como el que se presenta en el sitio en línea Stuff in Space, que es posible revisar.
Además, ahora se monitorea la basura espacial y entre una de las soluciones planteadas está la iniciativa suiza, consistente en lanzar un satélite con una gran red que recoja esos fragmentos, pero antes de invertir en este proyecto, la NASA explica que es habitual que los restos en órbitas de menos de 600 km terminen cayendo a la Tierra.
En respuesta, la Unión Europea indica que si se habla de órbitas de más de 1.000 km, dichos objetos podrían mantenerse flotando más de un siglo. Ejemplo de ello fue que en 2014, la Estación Espacial Internacional (EEI) tuvo que moverse tres veces para evitar una colisión letal con trozos de basura espacial.
Debido a su enorme velocidad orbital (más de 28.000 kilómetros por hora), cada uno de estos objetos que conforma la basura espacial puede llegar a dañar o destruir a un satélite. Además que los astronautas cuando se activa una alarma de colisión por chatarra espacial deben refugiarse en zonas seguras de sus naves para evitar problemas.
En 2014, Brian Weeden, asesor técnico de la Fundación por un Mundo Seguro, describió a la basura espacial como un «problema superretorcido». Estos problemas, dijo, son particularmente difíciles de resolver porque se acaba el tiempo, no hay una autoridad central que brinde apoyo, quienes tratan de resolverlo son los mismos que lo causan y las generaciones futuras son las que deben hallar las soluciones.
Al respecto, se pueden citar las conclusiones de la pasada 6º Conferencia Europea sobre Basura Espacial, en donde se señaló que las futuras misiones espaciales deberán ser sostenibles y contemplar una forma segura de eliminación del satélite una vez completadas.
La cantidad de residuos actualmente en órbita exige que las acciones para eliminarlos empiecen pronto, para lo que se necesita con urgencia investigación y desarrollo en misiones piloto de limpieza.
Según la Unión Europea, el grado de conocimiento que se tiene ahora sobre la basura espacial es equiparable al saber de hace 20 años sobre la necesidad de hacer frente al Cambio Climático.
Catalogó que la eliminación de los restos de chatarra espacial es un problema ambiental de dimensiones globales, que debe abordarse en un contexto internacional que incluya a las Naciones Unidas.
Se tiene estimado que la infraestructura actual de los sistemas de satélites tiene un valor infinito en las telecomunicaciones y el costo de sustituir en próximos años alrededor de mil satélites en órbita con todo y no se vuelvan desechos, tendrá un precio de unos 100,000 millones de euros.
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