Debido a que la relación entre el ser humano y el cielo estrellado desde los orígenes del hombre, han conllevado a establecer el derecho a los cielos oscuros, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como un derecho implícito en la conservación del patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras.
Sin embargo, la contaminación lumínica producida por la luz artificial es una amenaza para el cumplimiento de objetivos culturales y científicos, puesto que la ausencia de cielos oscuros no sólo afecta la investigación astronómica, sino también los procesos de vida de un sinfín de especies, así como a procesos físicos y químicos del planeta.
El alumbrado público de las grandes urbes se ha convertido en un elemento imprescindible para la actividad nocturna, pero la contaminación lumínica que provoca es considerada un problema ambiental grave que crece anualmente en promedio 4%. En este sentido, y según datos de la ONU, se prevé que dentro de dos décadas más, el 75% de la población mundial residirá en entornos urbanos, lo que agravará los niveles de contaminación lumínica e impactará seriamente al medio ambiente.
De esta manera, el fenómeno ha ido desdibujando el paisaje celeste y ha causado la desaparición progresiva de los astros, pues para verlos se necesita del contraste entre su tenue luminosidad y la oscuridad del fondo del cielo. Es necesario, pues, alejarse de las metrópolis para encontrar cielos oscuros. Mientras más brillo artificial haya, irremediablemente desaparecen las estrellas y únicamente las más luminosas, algunos planetas y la luna se pueden ver.
Dada la importancia del fenómeno de urbanización creciente en todo el mundo, sus consecuencias y la necesidad de continuar con la investigación astronómica y la preservación de los cielos oscuros, este rubro fue analizado por diversos especialistas latinoamericanos, con la finalidad de propiciar una reflexión conjunta sobre la contaminación lumínica en México y en el mundo, así como definir líneas de acción para continuar impulsando la investigación astronómica y el desarrollo de las comunidades astronómicas en la región.
Ello debido a que conforme pasa el tiempo, en muchas partes del mundo es cada vez más difícil observar objetos astronómicos desde sitios contaminados por la luz artificial. Este fenómeno se produce con mayor frecuencia cuando el alumbrado de espacios comunes, principalmente en zonas urbanas, está dirigido o brilla hacia el espacio y se dispersa a través de las moléculas del aire, la humedad o los aerosoles, lo que propicia que en el cielo se perciban tonos de color naranja.
Cabe mencionar que la emisión de energía producida artificialmente hacia un medio naturalmente oscuro tiene efectos diferentes sobre la flora y la fauna de hábitos nocturnos: provoca fenómenos de deslumbramiento y desorientación en las aves, alteraciones en los ciclos de ascenso y descenso del plancton marino, así como en los procesos reproductivos de los insectos, los cuales también disminuyen la polinización de ciertas plantas.
La exposición prolongada de los árboles a la luz artificial puede provocar que éstos produzcan oxígeno por la noche, en vez de dióxido de carbono, y, en los humanos, la presencia de luces artificiales intensas y permanentes puede generar alteraciones del sueño, insomnio, cansancio y nerviosismo.
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