Un guardabosques en Alemania descubre que los árboles tienen conexiones sociales.
Encuentra en ellas la capacidad de contar, aprender y recordar.
El naturalista británico Charles Darwin fue uno de los primeros hombres en analizar con detenimiento a las plantas y las adjetivizó como seres sintientes con raíces que actuaban “como el cerebro de uno de los animales inferiores“, sin embargo con el paso de los años estas observaciones no sólo se han corroborado, sino que se han descubierto aún más secretos que podrían cambiar la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza que nos rodea.
El neurobiólogo Stefano Mancuso ha expuesto que las plantas tienen inteligencia, capacidad de calcular e incluso habilidad para comunicarse entre sí. Pero recientemente Peter Wohlleben, un guardabosques alemán, ha llamado la atención del público a estos temas de una forma que nadie habría esperado.
Gracias a su libro llamado “La vida oculta de los árboles: Qué sientes, cómo se comunican. Descubrimientos de un mundo secreto” , por su traducción al español, Wohlleben ha presentado al mundo un lado de la naturaleza que muchos desconocían.
En este libro, con más de 320.000 copias vendidas y que ya ha sido traducido en 19 países, Wohlleben no sólo ha demostrado a sus lectores que los árboles son mucho más que unos “robots orgánicos que limpia el aire y generan oxígeno”, sino que además los ha presentado como lo que verdaderamente son: unos seres vivos con complejas estructuras, capaces de comunicarse entre sí y generar conexiones sociales.
Mientras toma una caminata por el bosque, Peter se detiene frente a dos grandes árboles y dice:
“Estos árboles son amigos. ¿Ves cómo las ramas anchas apuntan en diferentes direcciones las unas de las otras? Eso es para no bloquearle la luz a su amigo. A veces pares como este están tan interconectados, que cuando uno de los árboles muere, el otro también lo hace“
Peter Wohlleben estudió ciencias forestales y desde entonces ha trabajado como guardabosques en diversas áreas. Su formación académica y sus propias experiencias le sirvieron para escribir un libro que describe las habilidades sociales de las plantas como: su capacidad de contar, aprender y recordar; que cuidan de sus vecinos enfermos, que emiten una alerta para avisar a otros en caso de peligro, al enviar señales eléctricas a través de una red llamada “Wood Wide Web”, y que por razones que aún se desconocen mantienen los troncos de árboles caídos vivos durante siglos al alimentarlos con una solución azucarada a través de sus raíces.
Desde hace 10 años Wohlleben ha visto con sus propios ojos cómo el bosque en realidad suele ser mucho más saludable cuando el ser humano deja de intervenir tanto en su crecimiento.
La municipalidad de Eifel lo contrató directamente para que se hiciera cargo de su bosque y él hizo varios ajustes: modificó el uso de maquinaria pesada por caballos, eliminó el uso de insecticidas y comenzó a dejar que el bosque creciera por su cuenta y a su ritmo. Dos años después el bosque se veía mucho más sano y los dueños estaban felices de haber eliminado tantos gastos en maquinaria y químicos.
Creo que finalmente el ser humano se está dando cuenta que no somos los únicos seres inteligentes en la Tierra, y que la naturaleza está mejor sin nuestra “ayuda”.
Por Romina Bevilacqua
Ecoportal.net
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