En México, de acuerdo al Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA) al día de hoy hay 20,352 personas en lista de espera para recibir un trasplante, de las cuales 12,411 esperan recibir un trasplante de Riñón. “A veces los pacientes pueden llegar a esperar largos períodos de tiempo por un riñón nuevo, situación causante de extrema ansiedad y estrés” expresó el cirujano especialista en trasplantes de riñón del Centro de Trasplantes J.C. Walter Jr. del Hospital Metodista de Houston, Richard Knight.
Cabe señalar que en México, los donantes vivos es mínimo del total de estos trasplantes, ya que la cantidad de donadores vivos de riñón presentó un ligero aumento del 6% de 2014, donde se reportaron 757 donaciones a 2015 donde se reportan 810.
El doctor Knight explicó que los trasplantes mediante donantes vivos pueden realizarse en un tiempo menor al tiempo que puede tomar la lista de espera para trasplante cadavérico, generalmente de tres a cuatro meses.
Al donante se le realiza un estudio completo que les permite a los especialistas conocer su historial médico a cabalidad y su funcionamiento renal, con lo cual aumentan las probabilidades de obtener un mejor resultado y se asegura más el tiempo de vida de la persona receptora del órgano.
Añadió que “si se trata de una persona saludable, la vida con un solo riñón es segura. Una vez pasada la operación y el proceso de curación, ya regresan a su vida normal. Claro, no quiere decir que no pueden llegar a surgir problemas renales en el futuro, sin embargo, donar un riñón no es motivo para desarrollar problemas posteriores en la vida”.
Mientras un paciente espera su turno en la lista de espera para un trasplante, recibe terapias sustitutivas a base de diálisis en sus distintas modalidades. Estas terapias ayudan al riñón defectuoso a realizar las funciones de uno sano, al eliminar el exceso de sales y agua del cuerpo, mantener los niveles adecuados de potasio, sodio y bicarbonato y ayudar a regular la presión sanguínea. Aunque la diálisis es una opción eficaz, estar en estos tratamientos por mucho tiempo puede afectar el resultado de un trasplante de riñón.
En este sentido, agregó que “llegar a recibir un trasplante sin tener que pasar por diálisis ayuda a elevar las probabilidades de supervivencia a largo plazo. Hay estudios que demuestran que los mejores resultados de pacientes y trasplantes se ven en aquellos casos en que las personas reciben su trasplante antes de iniciar la diálisis”.
En promedio, el riñón proveniente de un donante vivo puede durar entre 12 y 20 años de sano funcionamiento, mientras que el riñón proveniente de alguien que ha fallecido es de ocho a 12 años.
“En los casos de donación de riñón en vida, se extrae el órgano, se lleva a la sala de operaciones próxima, y después de realizar todos sus preparativos, se trasplanta en el paciente receptor, de tal forma que las posibilidades de daño al riñón a trasplantar son relativamente bajas”, señala el especialista. “Hoy en día aplicamos técnicas sofisticadas de preservación al órgano sano de tal forma que podemos almacenar con toda seguridad el riñón de un donante fallecido hasta por 40 horas antes del procedimiento de trasplante”.
Aunque los órganos donados en vida elevan sustancialmente las posibilidades de sobrevivir a largo plazo, no es cualquier cosa pedirle a un familiar o a un amigo que sacrifique un riñón. Así, el especialista recomienda recurrir a una organización que apoye con el proceso de encontrar un donante.
En 2015 se registraron un total de 2,770 trasplantes de riñón, en lo que va del 2016, se han registrado 354 trasplantes, en la gran mayoría de donador cadavérico. La cantidad de trasplantes realizados no sobrepasa el 10% de las personas que integran la lista de espera.
Comentarios Cerrados