Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan en la elaboración de un gel que permite acelerar el proceso de cicatrización de heridas, producido a base de la corteza del árbol Bursera morelensis, conocido comúnmente como aceitillo.
Las investigadoras de la Escuela Superior de Medicina (ESM), Reyna Elizabeth Barbosa Cabrera, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, Margarita Canales Martínez, y la pasante a doctorado Karla Stephanie Martínez Elizalde explicaron que dicha corteza se emplea en diversas regiones del territorio nacional como remedio tradicional para curar heridas cutáneas y que les llevó cuatro años corroborar científicamente sus efectos.
Consideraron que por las propiedades antibacterianas, antioxidantes y antiinflamatorias que posee el recurso, podría funcionar muy bien en pacientes diabéticos, cuyas heridas son de difícil cicatrización por el alto nivel de estrés oxidativo que presentan.
Para realizar el estudio etnobotánico, identificaron y colectaron la corteza de dicho árbol en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, ubicado en Puebla y parte de Oaxaca al sureste del país.
Basaron la investigación en el uso terapéutico referido por los habitantes del poblado de San Rafael, Coxcatlán, quienes externaron que con la corteza preparan una infusión y la aplican directamente sobre las heridas.
En el extracto metanólico que obtuvieron de dicho revestimiento identificaron gran cantidad de compuestos llamados fenoles y flavonoides, los cuales otorgan propiedades cicatrizantes similares a las que poseen algunos productos comerciales.
Explicaron que el proceso de cicatrización de las heridas es complejo y comprende varias etapas, inicialmente se forma un coágulo, después se genera una inflamación y posteriormente el tejido se restablece poco a poco hasta llegar a la remodelación. Los antioxidantes que contiene la corteza de color rojizo evitan que las heridas se infecten y sus características antiinflamatorias favorecen el proceso.
Para descartar la toxicidad del compuesto hicieron evaluaciones en líneas celulares. También lo probaron in vivo en ratones, lo aplicaron dos veces al día durante dos semanas y verificaron la pronta formación de costras. Posteriormente determinaron la eficacia cicatrizante, para lo cual sometieron a los roedores a pruebas de fuerza. Finalmente, con el análisis de los cortes histológicos, confirmaron la regeneración correcta de las tres capas de la piel en las que se realizó la incisión inicial.
Comentaron que en la siguiente etapa enfocarán el proyecto a aplicar múltiples pruebas del compuesto en modelos animales más grandes y en la etapa clínica se probará el extracto en humanos.
Comentarios Cerrados