En el nuevo libro de Gianluigi Nuzzi, “Vía Crucis”, este autor analiza los graves problemas que enfrenta el Papa Francisco, dentro del propio Vaticano, pues sus peores enemigos están dentro de la Santa Sede.
El escritor en este libro investigación cuenta la lucha que el argentino está enfrentando para poder reformar a la iglesia.
A partir de las grabaciones de varias reuniones privadas entre altos dirigentes del Vaticano y el Papa, así como de otros documentos inéditos. Nuzzi construye un relato que demuestra cómo Francisco, desde su nombramiento, inicia un duro ataque contra los lobbys de poder que dirigen las finanzas de la Santa Sede.
En este libro, el autor cita que «la casa no está en orden, y es necesario poner un poco de orden en ella», frase que fue pronunciada por Jorge Bergoglio a sólo cuatro meses de haber asumido como papa ante un grupo de cardenales a los que encargó revisar las cuentas del Vaticano. Es una de las revelaciones de lo que se conoce como VatiLeaks II, publicadas en Vía Crucis.
La mayor parte de los documentos en los que se basa Nuzzi, se dice fueron robados de las oficinas vaticanas -delito por el que está procesado y preso un sacerdote español, monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda- y «muestran un increíble despilfarro de dinero de parte de quienes gobiernan la Iglesia».
Se trata de informes pedidos por Francisco. «Mis colaboradores y yo ya conocíamos bien esos documentos, y fueron tomadas medidas que comenzaron a dar frutos, incluso algunos visibles», dijo el Papa a pocas horas de conocerse la filtración de los documentos. Y advirtió: «Este triste hecho no me desvía en absoluto del trabajo de reforma que estamos llevando adelante».
Tras revisar la documentación que acredita la mala gestión de los administradores, acusados de malversación, el principal objetivo del Papa es conseguir transparencia. Los documentos que aporta Nuzzi avalan esta situación –que todavía no se ha desentrañado en su totalidad- y ayudan a entender por qué renunció Benedicto XVI.
Otra de las piedras en el zapato, como suele afirmar Nuzzi, es la gestión de los inmuebles de la Iglesia. En uno de los informes se afirma que «diversas instituciones vaticanas administran bienes pertenecientes instituciones de la Santa Sede (por un valor cercano a los 4000 millones) y bienes a nombre de terceros (por un valor cercano a los 6000 millones) con un total de 10.000 millones, de los cuales 9000 son en títulos y 1000 en propiedades inmobiliarias. [?] Muchas instituciones vaticanas tienen por lo tanto bienes inmobiliarios por un valor total de alrededor de 1000 millones de euros.
Nuzzi describe en este libro con un estilo inconfundible la lujosa vida de los cardenales, los robos y las estafas, el agujero negro de las pensiones, los escándalos sexuales y de todas las intrigas –que incluyen espionaje y amenazas- encaminadas a sabotear la revolución de un Papa decidido y valiente. Este autor ha sido el creador de los libros Vaticano S.A., y Las Cartas secretas de Benedicto XVI.
ECONOMIA FUERA DE CONTROL
Se detalla que por cada euro que llegaba al Santo Padre, apenas 20 céntimos terminaban en proyectos de ayuda a los pobres. De los resúmenes de la situación financiera se evidencia que 2012 cerró con un déficit financiero de 28,9 millones de euros, debido a la diferencia entre las entradas (92,8 millones de euros) y las salidas (121,7 millones de euros). Las salidas están constituidas por 66 millones del déficit presupuestario de la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), 25 millones por el déficit de Radio Vaticana, 25,4 millones por el funcionamiento de las representaciones pontificias y 5,3 millones por el funcionamiento y los gastos directos de la Secretaría de Estado.
Una de las sorpresas contenidas en los documentos filtrados es la derivación de las donaciones hechas por los católicos de todo el mundo al santo padre para sostener obras de beneficencia para los más pobres y cubrir múltiples necesidades de la Iglesia gestionadas en lo que se conoce como Óbolo de San Pedro.
De los cerca de 56 millones de euros recogidos por esa colecta en 2012, el 67% se destinó a gastos de la curia y el 12,4% no se utilizó, sino que se guardó como reserva en el fondo del Óbolo de San Pedro, que sería de unos 377,9 millones de euros. Ese fondo estaba depositado en cuentas corrientes de 12 bancos diferentes y entre 2011 y 2012 obtuvo en concepto de intereses sólo 2,97 millones de euros.
Otra derivación de fondos novedosa es la que revela que 200.000 euros que debían destinarse al hospital Bambin Gesú fueron usados en la refacción del departamento personal del ex secretario de Estado cardenal Tarcisio Bertone.
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