El optimismo oficial se ha desvanecido. Y poco a poco, forzado por la realidad, el gobierno acepta lo que todo mundo sabía desde hace mucho: la crisis será fuerte y mucho más compleja de lo que se había dicho. El gobierno lanzó, hace más o menos un año, el anuncio de su programa «contracíclico» para enfrentar la turbulencia que ya se anunciaba. Se dijo al mismo tiempo, que para México, el problema sería a lo más, un «catarrito». Se explicó que se iniciaría un programa de caminos para dar empleo y con ello, respaldar la industria nacional, con la del cemento a la cabeza. Ahora, CEMEX está en crisis y no hay caminos. Se habló hace un par de meses de una refinería, pero los cálculos político electorales han impedido que el proyecto se ponga en marcha. Y Desde Suiza, en la cumbre financiera de hace unos días, se insistió en que nada pasaría. Ahora, el propio Presidente de la República habla de que las cosas serán difíciles. Y de que su gobierno «no engañará a nadie». Pero el problema no radica en decir mentiras, sino en no decir la verdad. Y esa verdad el gobierno la ocultó a pesar de que todos los analistas plantearon siempre el impacto que tendría la crisis en México. En estos momentos, cuando las cosas se han puesto más que complicadas, la Secretaría de Hacienda anuncia que se utilizarán las reservas en dólares para responder a la problemática. Y por supuesto, ello tiene un valor. Pero ¿debido a qué no se utilizaron las reservas antes de que la crisis estallara como por ejemplo, para crear infraestructura? ¿No se pudo haber iniciado el programa de refinerías desde entonces y ahora estaríamos mucho más cerca de concluir el programa? A querer o no, hay que preguntarse ¿qué pasó con aquellos señalamientos del sector privado sobre los puntos en los que valdría la pena hacer inversiones ante el arribo de la crisis? ¿En dónde quedaron todos los puntos del último programa anticrisis del gobierno anunciado hace unas semanas y que se dijo, serían suficientes para atender los requerimientos del problema? La realidad es que el discurso oficial no ha sido suficiente para contener la crisis. Y ahora, cuando se dice oficialmente que no habrá creación de empleos este año y cuando el dólar llega a rondar los quince pesos por unidad, las interrogantes se dirigen, no a saber quienes podrán avanzar, sino cuántos serán los empleos que se pierdan y cuánto tiempo tardaremos en recuperarlos. La crisis está por iniciar realmente…
Y en tanto, Vicente Fox no pierde oportunidad para demostrar que el Vaticano tenía razón cuando lo consideró incapaz de sacar adelante una relación. Con todo el cinismo que le caracteriza, el señor Fox pidió a los presidentes municipales emanados del PAN, que se dediquen a hacer campaña a favor de su partido para las elecciones de julio próximo, tal y cómo él hizo desde la Presidencia de la República. De nueva cuenta, Vicente Fox se declara delincuente electoral e invita a los panistas en cargos públicos a cometer el mismo delito. El problema no para ahí. Ahora queda a la vista que Fox no sólo violó el marco electoral vigente, sino que se siente orgulloso de ello. Y lo que es peor, las autoridades encargadas de la vigilancia en el terreno electoral, guardan un silencio que, a querer o no, les convierte en encubridores. Y el PAN pasa a ser el instrumento de los delitos que el señor Fox quiere que se cometan contra la sociedad…
Por cierto, el pleito entre Manuel Espino y los panistas no tiene desperdicio. Ahora el exlíder nacional del PAN dice que el actual dirigente de su partido, Germán Martínez, sabe qué funcionarios públicos hacen mal uso de los recursos de sus puestos. Y ello no es un señalamiento menor. La batalla en el seno del panismo es mucho más grande de lo que se quiere aceptar…
Por su parte, los perredistas siguen cuesta abajo en su rodada. Andrés López hace campaña por otros partidos, la dirigente perredista hace como que no se da cuenta y todos intentan simplemente, apoderarse de las candidaturas en disputa. El PRD llevó su crisis al extremo. Y el resultado por más difícil que resulte de adivinar, no parece encaminarse hacia la verdadera solución del conflicto…
El reto de las televisoras al estado es abierto. Y en buena medida obedece a la tibieza con la que el gobierno dio cauce a la famosa ley de radio y televisión. De la forma en que se resuelva todo esto dependerá en mucho, el sentido y contenido de nuestra incipiente democracia. Por lo pronto, la soberbia de las televisoras es de llamar la atención. Tanto como el cambio de ruta de los discursos oficiales y la forma en que las autoridades respectivas han evadido asumir su responsabilidad.
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