México está vinculado a la revolución energética de Estados Unidos (EU) como un importador total, al fomentar una dependencia estratégica de lo que esa nación produce en materia de refinados y gas natural, afirmó Rocío Vargas, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN).
La soberanía nacional se pierde con la integración de gasoductos a la infraestructura del vecino país del norte, ya que sin duda llevará a importar el petróleo mexicano debido a que los contratos de explotación carecen de obligatoriedad para destinar el biocombustible al mercado interno.
Igual sucede respecto de la soberanía energética, pues el Estado mexicano se repliega de su compromiso como abastecedor y se debilita a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), señaló la especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La reforma mexicana en la materia es resultado del proyecto geopolítico de la revolución energética estadounidense –iniciada con la técnica de facturación hidráulica o fracking impulsada durante la administración de Barack Obama– en busca de alcanzar la independencia y que en la era de Donald Trump consolidará a ese país como la superpotencia mundial en todas las fuentes de energía.
La también profesora del posgrado de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la Facultad de Estudios Superiores Aragón sostuvo que en ese panorama geopolítico se proyectó a Estados Unidos como uno de los grandes productores de crudo y gas natural con la fuerza para incidir en los precios.
El potencial energético por la alineación de las economías de sus colindantes Canadá y México creó el mercado de América del Norte, el cual representa la desaparición de las soberanías de sus socios para confrontar a Arabia Saudita, Rusia, Venezuela y Qatar, entre otros grandes productores que han padecido graves problemas de estabilidad económica, ante la sobreoferta iniciada por los estadounidenses.
El fracking modificó el espectro de los recursos a nivel mundial al desplazar el paradigma de escasez a uno de abundancia de recursos y aumentar la supuesta posibilidad de extracción de gas y petróleo que hace ver a Estados Unidos con una dotación inmensa de recursos.
Por su parte, el ingeniero mecánico Angelberto Martínez Gómez, miembro del Comité Nacional de Estudios de la Energía, aseveró que la reforma energética limita la soberanía y la seguridad nacionales, al estar sustentada en falacias como la supuesta escasez de recursos económicos para infraestructura y tecnología en la explotación de energéticos, ya que respondió a intereses extranjeros.
El experto en el sector eléctrico expuso en la presentación del libro Presente y perspectivas de la reforma energética de México. Una evaluación multidisciplinaria, coordinado por el doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez, que su aprobación se logró mediante un proceso atropellado e irregular en el Congreso, negándose la consulta popular.
Por esas circunstancias presenta problemas en su implementación y no ofrece los resultados prometidos de desarrollo económico nacional ni beneficios para la población, expuso el experto.
En el caso de la industria eléctrica fue creado un mercado de ese sector que pone en riesgo el abasto y no garantiza precios accesibles para el consumidor porque los particulares no han mostrado interés en construir nuevas plantas generadoras y se ha propiciado una duplicidad administrativa.
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